Igual que otros mandatarios, el presidente dominicano fue a París a la Cumbre del Clima (COP21) y allí pronunció un discurso políticamente correcto, como casi todos sus contertulios.
Danilo Medina destacó la amenaza que representa el cambio climático y advirtió que no es un asunto de discurso, “sino una realidad que nos amenaza”. Y más aún, anunció que el país se compromete a reducir en 25% la emisión de gases de efecto invernadero. Algo loable.
El presidente Barack Obama llegó más lejos al señalar que la humanidad ha llegado a un punto de inflexión y que necesariamente debía hacer algo respecto al cambio climático.
El anfitrión de la cita, Francois Hollande, dijo que su país aportaría 2,000 millones de dólares para ayudar a África a hallar fuentes de energía alternativa.
El presidente de China, Xi Jinpin, cuyo país aprueba cuatro nuevas plantas a carbón cada semana, también expresó su “gran preocupación” por la situación del planeta y dijo estar dispuesto a ayudar a solucionar el problema.
En teoría, todos coinciden en que se debe detener la contaminación del planeta antes de que el problema sea irreversible y la Tierra se torne inhabitable.
Pero estos presidentes “olvidaron” que son ellos mismos los principales responsables de la terrible contaminación de nuestra única nave, y que son ellos quienes con sus decisiones contribuyen día a día a su deterioro, movidos por intereses particulares.
En el mundo hay poco más de mil millones de automóviles que diariamente emiten millones de toneladas de dióxido de carbono, y sin embargo, las grandes transnacionales que manejan el negocio del petróleo y la industria automotriz han impedido que se generalice el uso de carros eléctricos, híbridos o simplemente movidos por agua, que provoca cero contaminación.
Hace más de 40 años se demostró que un carro puede usar agua, más bien hidrógeno, como combustible, en lugar de gasolina. Pero todo eso fue engavetado porque afecta los intereses de dos o tres empresas que controlan el negocio de los combustibles y la fabricación de autos.
Si en verdad estuvieran preocupados por el futuro y la salud de la humanidad, las grandes potencias facilitarían el desarrollo de tecnologías para que en lugar de gasolina, nuestros carros utilizaran agua.
Y en cuanto a nuestro Presidente, yo le creería su lindo discurso si en verdad incentivara el uso de energía limpia, como la eólica y los paneles solares, en lugar de imponer a la mala proyectos como los de las plantas de Punta Catalina, donde no se sabe qué es más sucio, si el carbón que allí se quemará o los intereses que impulsan su construcción.
Definitivamente, pienso que en París solo hemos visto un coro de cocodrilos derramar lágrimas sobre un planeta moribundo. Y entre quienes lloraban con más ganas estaba Danilo.