Irma viene con fuerza de huracán categoría cinco, potencialmente catastrófico, y afortunadamente el país luce suficientemente alertado para evitar que sus daños sean peores por imprevisión.
Pero al ver reportajes por televisión me indigna cierta actitud de personas en situación de riesgo que en vez de ocuparse de su propia suerte reclaman por adelantado que “nadie ha hecho nada” para beneficiarlos.
Un daño del exceso de asistencialismo estatal es el “amemamiento” de mucha gente que cree que es sólo al gobierno o las autoridades municipales a quienes corresponde ocuparse de la prevención y posterior ayuda ante desastres como los huracanes.
Para entenderme basta ver cómo cuando vino George en 1999 todavía había “damnificados” de David que llevaban casi dos décadas “refugiados” en barracones, esperando “lo suyo”.
Que Dios o la Providencia nos auxilie para librarnos de mal ante esta terrible inminencia de Irma, comenzando por iluminar las mentes de quienes deben ocuparse de familiares y sí mismos, en vez de lamentarse cuando aún no ha caído ni una gota de agua.