No había desaparecido de las páginas de los diarios la noticia sobre el escándalo de corrupción en el que estaban implicados el secretario general de la Asamblea General de la ONU, John Ashe, y el embajador dominicano Francis Lorenzo, cuando nos llegó la información de que un eurodiputado francés llamado Aymeric Chauprade está de algún modo vinculado a los dos pilotos que huyeron a Francia, tras ser condenados en el país a 20 años de cárcel por narcotráfico.
Un océano separa estos dos acontecimientos, sin embargo, algo tienen en común los protagonistas de estos escándalos de corrupción: tanto John Ashe como Chauprade han sido invitados distinguidos de la Fundación Global, Democracia y Desarrollo (Funglode) que preside el expresidente Leonel Fernández.
No sabemos si ha sido casualidad o qué, pero llama la atención la cantidad de “amigos” y charlistas nacionales e internacionales invitados por Fernández que se han visto implicados en casos de corrupción, aquí o en sus respectivos países.
Chauprade ofreció varias charlas en Funglode en octubre de 2009. En la ocasión, Fernández dijo que el politólogo francés estaría de manera permanente en la fundación formando jóvenes.
Fernández también fue amigo “full” de otras figuras internacionales como Francisco Flores, de El Salvador; Ricardo Martinelli, de Panamá; Gustavo Noboa, de Ecuador, y Alejandro Toledo, de Perú. Muchos de estos personajes terminaron huyendo. o tras las rejas. por escándalos de corrupción.
En el país, basta mencionar a Arturo del Tiempo Márquez, recibido como una personalidad en el Palacio Nacional. Durante sus gobiernos el capo Figueroa Agosto se paseaba libremente por todas partes.
Mientras que Quirino E. Paulino Castillo asegura que le prestó 200 millones de pesos, a pesar de que se conocía la sucia procedencia del dinero. Hasta ahora, Fernández no ha respondido convincentemente a esta acusación.
Y aunque las cosas no llegaron a mayores, también ha habido graves acusaciones de corrupción contra exfuncionarios, como Félix Bautista y Víctor Díaz Rúa, gente de su extrema confianza.
Sería aventurado decir que el exmandatario tiene algo que ver con los hechos que se les imputan a sus amigos e invitados, o a sus cercanos colaboradores, pero la frecuencia y la trascendencia de los hechos son significativos y podrían ser asimilados como una gran lección no solo para los políticos, sino para todos los dominicanos que por tradición tienden a ser súper complacientes con “amigos” que muchas veces ni conocen.
Podría tratarse de mala suerte, pero los viejos, con esa sabiduría que solo da la experiencia, siempre aconsejan escoger bien a los amigos, a evitar la juntiña con “gente rara”.
No soy tan radical para asegurar, como dice la sentencia popular: “dime con quién andas y te diré quién eres”, pero creo que el expresidente debería tener más cuidado con los amigos que escoge, pues no debemos olvidar que “las malas compañías corrompen las buenas costumbres”. (1 Corintios 15:33).