Algunos le han llamado simples escaramuzas y otros chantajes a la reacción de la casi totalidad de los senadores ante los cuestionamientos en la opinión pública de los privilegios de que gozan los funcionarios de elección popular que conforman el Congreso Nacional.
Lo cierto es que se ha mediatizado, como nunca, el denominado “barrilito” y las dos exoneraciones para la importación de vehículos de cualquier tipo de cilindraje a favor de los legisladores.
En el caso del primero, que consiste en la asignación presupuestaria de sumas mensuales que van desde RD$600,000.00 a RD$1.1 millones destinados a programas sociales de los senadores; y que solo lo rechazan Eduardo Estrella, de Santiago; Faride Raful, Distrito Nacional; y Antonio Taveras, de la provincia Santo Domingo.
El error político del presidente del Senado, Eduardo Estrella, de abrir las puertas a un medio de comunicación para que auscultase cada papelito firmado por los senadores, ha hecho sospechar a una parte de éstos de que se trata de una campaña de “antipartidos” políticos frente a la cual el Poder Ejecutivo se habría hecho de la “vista gorda”. Fundamentan esa sospecha en la estrecha relación existente entre Estrella y el presidente Luis Abinader.
Un total de 29 de los 32 senadores decidieron reaccionar mediante la confrontación política, y para ello ya aprobaron, en primera lectura, un proyecto de ley que elimina las exenciones fiscales a sectores clave de la economía, tal el caso del turismo, así como una resolución que procura investigar dónde ha ido a parar la inversión en la publicidad estatal.
Este potencial “choque” entre los poderes Ejecutivo y Legislativo tiene mayor implicación de lo que pudiera comprender gente vinculada al poder; no constituye una cuestión de poca monta. Indiscutiblemente que esto manda señales enrarecidas a los inversionistas extranjeros y otros sectores productivos de que en la República Dominicana no hay plenas garantías para los capitales en virtud de que estaría latente una confrontación directa entre los poderes públicos.
Aunque se trate de escaramuzas o chantajes, más allá de las fronteras nacionales podría tener serias implicaciones en variables directamente relacionadas con la estabilidad de la economía dominicana.
La política y el poder han de ejercerse con cautela. Desafortunadamente, en el país son frecuentes las estupideces entre políticos, sin darse cuenta de que con ello están alimentando el germen de un fenómeno promovido por indignados: la antipolítica.
Desde hace años existe un movimiento, al interior de la sociedad dominicana, que promueve el descrédito de las agrupaciones políticas, desconociendo que la democracia se ha sustentado en el sistema de partidos políticos, sobre todo a partir de 1978.
Naturalmente, hay que reconocer que determinados dirigentes, partidos, agrupaciones y movimientos políticos dominicanos suelen observar comportamientos que desdicen mucho del Estado Social y Democrático de Derecho que proclama nuestra Constitución de la República.
El ejercicio del poder requiere de mucha prudencia, en especial en una sociedad dominicana que necesita de sosiego del liderazgo nacional ante los serios desafíos que tiene por delante en la era postcovid-19.
Representa un imperativo que los poderes públicos funcionen armoniosamente, a sabiendas de que existe una considerable deuda social acumulada, evidenciada en los altos niveles de pobreza y de desigualdad social.
El presidente Abinader no haría mal en girar una visita al Senado de la República, con lo cual demostraría que es un abanderado de la cohesión social. Y los senadores Eduardo Estrella y Antonio Taveras deben armonizar con sus colegas, porque el camino que han emprendido les coloca obstáculos en el camino de la reelección senatorial.