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Cine de patio y cuentos de acera: cómo se divertían antes en los barrios sin tecnología

Jannelka Santana Por Jannelka Santana
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📷 Las aceras eran punto de encuentro, especialmente al caer el sol.

Antes del Wi-Fi, las redes sociales y los streaming, los barrios dominicanos eran verdaderos escenarios de convivencia comunitaria, entre risas, cuentos, juegos y sillas de plástico, surgían memorias que marcaron a toda una generación.

Hoy, muchos recuerdan con nostalgia el cine de patio y los cuentos de acera como las formas más auténticas de entretenimiento barrial.

Cine de patio: la pantalla del vecindario

Era típico que algún vecino con proyector o televisión grande sacara el equipo al patio o a la calle, colgara una sábana blanca como pantalla y proyectara películas para todo el vecindario, sin siquiera cobrar entrada, bastaba con llevar tu silla o una “cubeta invertida”.

Elvis Mejía, de 32 años, recordó aquellos momentos con especial cariño, “vivía en el Ensanche La Paz y cada viernes el vecino ‘Papito’ sacaba su tele grande y ponía películas de Van Damme o Bruce Lee, nosotros llevábamos refresco en vasos plásticos y comprábamos pan con salami en la esquina, era como ir al cine, pero con los panas del barrio, solo robamos que se fuera la luz”.

“La tecnología está bien, pero nada va a igualar ese sentido de comunidad que se vivía antes, a veces extraño más esos coro que hacíamos los muchachos”, concluyó Mejía.

Cuentos de acera: la hora mágica al caer la tarde

Las aceras eran punto de encuentro, especialmente al caer el sol, los mayores contaban historias en ocasiones reales, otras inventadas, llenas de misterio, humor o enseñanzas, en torno a esas historias, los más jóvenes aprendían sobre la vida, el pasado y hasta sobre mitos urbanos.

Elvis Mejía comentó que aún recuerda con detalle las noches de cuentos.

“Mi abuela sacaba su silla mecedora y empezaba a contar historias de duendes, aparecidos y brujas que se convertían en bolas de fuego, uno terminaba con los pelos de punta, pero ahí estábamos, pegados todos, era mejor que cualquier película, aprendí a respetar la noche, a no burlarme de lo que no entendía y también a escuchar”.

Los mayores del barrio también comparten cómo estas prácticas formaban parte integral del tejido social, Doña Margarita, de 74 años, vecina del sector Ensanche La Paz, dice que el cine de patio era una fiesta sin presupuesto.

“Eso se armaba con lo que hubiera, una sábana colgada, una extensión larga y listo, era muy sano, no como ahora que los muchachos no están siguiendo los buenos pasos”, dijo en tono de lastima por los caminos de la juventud de hoy.

Asimismo, Don Arístides, de 81 años, esposo de Doña margarita, recordó  los cuentos como herramientas para enseñar.

“No era solo para asustar, uno usaba esos cuentos para que los muchachos no anduvieran en la calle tarde o para enseñarles a ser respetuosos, y no eran solo cuentos de miedo, también contábamos de cuando no había agua, de la huelga, de cómo se vivía antes, uno también los educaba”, dijo entre risas.

El valor de mirar atrás

Hoy en día, donde cada quien parece vivir encerrado en su propio mundo digital, estas prácticas de convivencia parecen reliquias, sin embargo, para quienes las vivieron, siguen siendo fuente de nostalgia y prueba de que lo más simple puede ser lo más valioso.

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Jannelka Santana

Jannelka Santana, periodista, locutora, community manager. Amante de los bellos atardeceres.

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