Fue una desmesura inapropiada (¡“yemán”!) la advertencia aquí del visitante canciller de Taiwán de que corremos algún riesgo si admitimos, como Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, que la República Popular China es el legítimo Estado del pueblo y la nación china.
Desde la primera dinastía Xia, veinte siglos antes de Cristo, China ha evolucionado preservando su esencia cultural y hoy es la nación más populosa (1,380 millones), su economía es la mayor del mundo calculada según el método PPP y la segunda según su PIB nominal; es el mayor exportador y segundo importador de bienes y servicios; posee 9.6 millones de kilómetros cuadrados.
Formosa, en cambio, isleña sede de Taiwán, considerada provincia rebelde por China, apenas tiene 0.5 % del territorio y menos del 1.7 % en población. Aunque el PIB chino es sólo diez veces mayor que el taiwanés y el PIB per cápita de Taiwán es cinco veces más que el de China, de 195 estados soberanos, apenas 20 reconocen a Taiwán. ¡No fuña ese canciller!