Ya sea alegórico o literal, cuando se trata de una obra literaria, un artículo de opinión, un proyecto científico, cultural o político, el título o el nombre procuran sintetizar la idea central, la esencia de lo que se trate.
Y nada mejor para ejemplificar esto que Soberana, dos de los cinco ensayos de vacunas que desarrolla Cuba contra el Covid-19, una pequeña isla de gente trabajadora, noble y alegre, como suelen ser los caribeños.
Mientras potencias europeas pagan con vidas la irresponsabilidad de empresas farmacéuticas como AstraZenea y Pfizer, esta pequeña isla del Caribe, un país pobre, de esos que despectivamente llaman del “Tercer Mundo”, lejos de limitarse a “esperar que otros mastiquen para ellos tragar” puso manos a la obra y ya tienen bastante avanzados cinco proyectos de vacunas contra el Covid-19, dos de los cuales ya están en la fase III y –si todo sale según lo programado– habrá inoculado a su población antes de que finalice este 2021.
México, Argentina, Ecuador, Brasil y Chile también trabajan aceleradamente en el desarrollo de varios proyectos de vacunas contra el coronavirus, pero hasta ahora, ninguno alcanza la tercera etapa a la que sí ha llegado Cuba.
Toda una hazaña, si tomamos en cuenta que se trata de una isla con apenas 109,880 kilómetros y 11 millones de habitantes. El tamaño no sería tan relevante si no fuera porque se trata de un país con escasos recursos naturales, víctima de una guerra económica que hace 60 años le mantiene Estados Unidos.
Ningún otro nombre le hubiera caído tan bien a una vacuna contra el Covid-19 como Soberana. Por eso, aunque los científicos cubanos desarrollan otras vacunas, yo me quedo con esta por lo que simboliza: Soberanía, lo más parecido a Libertad.
Decir Soberana es decir Cuba. Porque hace más de medio siglo esa nación decidió andar su propio camino. Y ese es un ejemplo de dignidad en medio de un archipiélago donde tradicionalmente la mayoría de sus gobernantes se muestran sumisos ante una potencia que más que un hermano mayor se asemeja a un verdugo implacable.
La vacuna Soberana aún no está completamente certificada como vacuna oficial, “pero las autoridades confían tanto en su efectividad que el proceso para administrarla a 150,000 médicos, enfermeras y trabajadores de la salud cubanos ya está en marcha”.
Según las autoridades cubanas, la meta es vacunar a los residentes de La Habana antes de finales de mayo.
Esperemos que tengan éxito. Varios países de la región como Jamaica, México y Venezuela han mostrado su interés en adquirir la vacuna desarrollada en la isla. Incluso República Dominicana, que gracias a las vacunas compradas a China y la India no estamos tan rezagados, podríamos beneficiarnos.
No olvidemos que si algo caracteriza a Cuba desde el triunfo de la Revolución encabezada por el inmenso Fidel Castro, además de su independencia política, es su solidaridad con otros pueblos, no importa si se trate de vecino o una lejana nación africana.
Que la pandemia del coronavirus sirva para afianzar el principio de solidaridad, pero sobre todo para seguir avanzando y venciendo obstáculos en ese difícil pero decoroso camino elegido por los cubanos, como lo es ser una nación libre y Soberana, la vacuna infalible contra la dependencia y el lacayismo, una pandemia tan dañina como el Covid-19.