Dos grandes actividades públicas en los últimos días me han permitido ver que “cuando se quiere, se puede”.
El pasado jueves 4 de agosto, el Ministerio de Turismo presentó el Plan Nacional de Reordenamiento, Regeneración, Capacitación y Financiamiento para Asociaciones y Vendedores Informales de las playas de la República Dominicana.
Fue un acto encabezado por el presidente de la República, Luis Abinader, que concentró a miles de guías turísticos y vendedores de playas, conocidos como “los playeros” que, con algarabía, mostraron la satisfacción de estar siendo tomados en cuenta, por primera vez por las autoridades gubernamentales, según testimoniaron algunos.
“Playeros” de todo el país tomaron la palabra, no del presidente Abinader; del ministro David Collado y de los directores general del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP), Rafael Santos Badía, y de Promipyme, Porfirio Peralta, sobre las oportunidades que tendrán para elevar la calidad de los servicios que ofrecen y sus mismas condiciones de vida, con regulación, capacitación y financiamiento.
Es una manera eficaz de impulsar la ya expansiva industria turística del país y lograr que la misma eleve la calidad y la aceptación, con las que ya ha colocado a la República Dominicana entre las naciones de más rápida y mayor recuperación de su economía post-Covid-19, con ese decisivo renglón.
El turismo y las remesas son los principales indicadores que garantizan el adecuado flujo de las divisas en la economía dominicana, por lo cual tiene mucho sentido que las autoridades deban cuidar, proteger y hasta atesorar a los actores que hacen posible tal realidad.
Sobre las remesas, ya el Banco Central de la República Dominicana se ha encargado de informar el gratamente sorpresivo crecimiento que han tenido los envíos de dólares de dominicanos que residen en el extranjero en los últimos tiempos y que solo en los primeros siete meses del presente año 2022 alcanzan los casi seis mil millones de dólares, con una proyección de los diez mil millones de dólares al final este período.
Entonces, la lógica, el razonamiento y la sensibilidad humana tienen que enviar una señal sobre la importancia que revisten para el fortalecimiento de la economía quienes propician estas impactantes estadísticas. ¿Quiénes son esos? Los dominicanos que “por h o por erre”, como decía mi madre, que también lo hizo, han emigrado a otras partes del mundo.
La segunda actividad pública que evidenció que “cuando se quiere se puede”, la convocó el director general del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP), Rafael Santos Badía, cuando dejó iniciado un Programa de Formación para dominicanos residentes en el exterior.
Se trató de una actividad sin precedentes en la que 18 ciudades y países de América del Norte, Sudamérica y el Caribe estuvieron interconectadas por más de dos horas en forma virtual, con la sede central del INFOTEP, cuyo auditorio estuvo repleto de personalidades, representativas de distintos sectores de la vida nacional e internacional.
El orgullo y la emoción que embarga hoy a dominicanos residentes en las ciudades y países que ya pueden acceder a la formación técnico profesional, para elevar sus conocimientos, para adquirir nuevas competencias, para colocarse a la altura de la calidad que demandan los mercados laborales en los que se encuentran, para aumentar sus ingresos, no es comparable con nada.
El gobierno que encabeza Luis Abinader hace bien en poner su oído en el corazón de quienes contribuyen con el crecimiento y el desarrollo económico y social del país.
Esto permite que los “ausentes” no solo sigan siendo baluartes de sustento de sus familias, como muchos los son, sino que también puedan hacer suyo el convencimiento de que no hay dominicanos lejos de su patria cuando son aplicadas adecuadas y correctas políticas públicas, que puedan alcanzarlo.
El programa de formación para dominicanos residentes en el exterior, es una oportuna respuesta basada en el principal activo que debe tener el desarrollo: el conocimiento. ¡Enhorabuena, profesor Santos Badía!