Hizo bien el presidente Medina en rehusar volver a mediar entre los venezolanos, especialmente ahora que con la farsa de las “elecciones” del domingo queda evidenciada la ilegitimidad del gobierno de Maduro, incapaz de lograr que votase ni siquiera una tercera parte de los venezolanos, cuando en elecciones anteriores hasta el 80 % de los inscritos había sufragado.
La tragedia venezolana trasciende la política, pues tiene ribetes humanitarios, según evidencian el río de emigrantes que huye del desastre económico de los bolichavistas y el fracaso de la votación.
Es escandaloso que en medio de tanto sufrimiento del pueblo venezolano su gobierno dedique parte de sus magros recursos a comprar petróleo para regalarlo a Cuba, como pago por sus servicios como asesor de la inteligencia y la represión de sus Fuerzas Armadas.
Ojalá el pueblo venezolano encuentre cómo enfrentar el afán absolutista de Maduro, ufano por aplastar a quienes dice lo “subestimaron”.
Se equivoca, pues mientras más hondo hunde a su pueblo, igualmente baja la poca estimación que le queda. Ojalá amanezca pronto.