República Dominicana debe estar ubicado entre uno de los países del mundo con más instituciones y organismos dedicados a controlar el buen uso y el control de los recursos económicos que ingresan al Estado.
No hay una sola institución del gobierno, por pequeña que sea en cuanto al manejo de recursos, que no cuente con un departamento destinado única y exclusivamente a supervisar los fondos que se le asignan.
Entonces, hay que preguntar, ¿cómo es posible que a pesar de tantos controles nuestro país esté ubicado entre aquellos donde más actos de corrupción se cometen?
Además, los montos de los mismos, sea mediante el dolo o el soborno, son excesivamente altos con relación al tamaño del presupuesto.
Para muchos, los dominicanos llevamos la corrupción en la sangre, teoría que se propala para justificarlo todo.
Si aquí se realizara una auditoría a esas fortunas que han acumulado grupos de “desguañangaos” hace unos pocos años, en especial a nivel de funcionarios altos y medios que ocupan o han estado en posiciones públicas, habría que invertir gran parte del presupuesto en construir cárceles.
Pero no todo es malo, todavía hay mucha gente que trabaja con honestidad y pulcritud en el manejo de los recursos.
Una muestra la recibimos todos los años en el detallado informe económico que prepara Cristóbal Marte sobre el proyecto nacional de voleibol femenino, que dirige con éxito desde hace varios años.
Nadie pone en duda que los corruptos seguirán como perros por su casa, hasta que no se les penalice como se debe, aplicándoles la ley sin contemplaciones. ¿Pero cuándo será?