El Producto Interno Bruto (PIB) es una de la variable clave y principal que se utiliza para medir la actividad económica de un país y su tendencia, convirtiéndose en la columna vertebral del análisis macroeconómico. Por tal razón la importancia del PIB radica en que se trata de que este mide el valor de la producción corriente de bienes y servicios finales dentro del territorio nacional, durante un periodo dado, generalmente un trimestre, un semestre, un año y hasta mensual si se recurre al indicador mensual de la actividad económica (IMAE).
En virtud de que el PIB captura la producción corriente de bienes y servicios finales valorada a precio de mercado, esto significa que no se considera la reventa de los bienes producidos en un periodo anterior, es decir, que los bienes que ya existen en una economía no contribuyen al PIB ya que solo tienen vocación de transferencia, no de producción corriente. Así, cuando el PIB real aumenta de un periodo a otro y este se sostiene en el tiempo estamos frente a un crecimiento económico y si este supera el crecimiento porcentual de la población, entonces, las condiciones de vida tienden a mejorar, pero si la economía decrece esas condiciones de vida empeoran o se deterioran.
La literatura económica y las evidencias empíricas muestran que existe un interés por alcanzar el crecimiento económico, el cual se fundamenta en que los países que han sido afectado por eventos de crisis, desaceleración y ralentización en la actividad económica con mayor contundencia, estos tienden a duplicar sus esfuerzos por alcanzar mayor rapidez en hacer que el PIB logre crecer. El afán por hacer crecer el PIB es que sea de largo plazo y sostenible, en el entendido de que el crecimiento económico tiende a provocar cambios en la estructura económica, principalmente importantizando algunos sectores estratégicos.
Y es que cuando la economía crece, la calidad de vida tiende a ser más próspera, sin embargo, esta se alcanza con cierto nivel de gradualidad, razón por el cual son escasas las personas que lo distinguen en lo inmediato ya que no se trata de una relación lineal entre esta y el crecimiento del PIB. Pues cuando la economía de un país crece a un ritmo pausado, o decrece, entonces, la población no logra los bienes y servicios al momento de demandarlos o más bien se producen escasez o alzas en los precios muy desfavorables a los ingresos de los consumidores.
A la tasa de crecimiento de la población resulta relevante ya que esta juega un rol transcendental en una economía, dado que, si la población crece a un ritmo mayor que el PIB, entonces, estaríamos frente a un cataclismo terrible derivado de una expansión exponencial de la pobreza, tal como ya lo advirtió hace siglos el sacerdote y economista Robert Thomas Malthus. Una mirada detenida a la evolución del crecimiento de la economía dominicana durante el periodo 2020-2023 se puede observar un acercamiento muy rápido entre la tasa de crecimiento de la población y la tasa en que está creciendo la economía la economía, reflejada con mayor contundencia en el presente 2023.
No se requiere ser un experto en logaritmo para entender que la variable demográfica juega un rol relevante al valorar el crecimiento del PIB, esto así, ya que para interpretar este en detalle, es de rigor reconocer que la alimentación, la vestimenta y el albergue adecuado estarán en función del patrón de crecimiento que exhiba la economía. Y es que cuando la economía crece, tales variables pueden ser satisfecha, pero si lo que se origina es una desaceleración, la insatisfacción brota por si sola y se expresa en inconformidad colectiva que al detonar se expresa con la intranquilidad política y la perturbación económica, conduciendo a una inestabilidad económica, social y política impredecible.
Es bien sabido que el crecimiento del PIB es coyuntural, pero se ha divulgado la narrativa de que este crecimiento ha de traducirse en lo inmediato en una contracción de los niveles de pobreza, del cual no existen evidencias probatorias que puedan demostrar y sostener tal aseveración. Pues resulta que la pobreza tiene características estructurales cuya mitigación ha de responder con medidas de política económica de mediano y largo plazo para lograr los resultados deseados.
Sobre el crecimiento de la economía dominicana se han construido ficticias interpretaciones que superan los límites prudenciales que desnaturalizan la calidad del análisis económico y la credibilidad de las cifras.
Nunca se debe obviar que el crecimiento económico es considerado como el objetivo principal de la política económica de un país, en virtud de que supone que esa es la vía mediante la cual se logra alcanzar el bienestar de la población, en sentido general, de manera y forma que, si durante el periodo 2020-2023 el crecimiento económico ha sido mediocre, en particular, enero-agosto 2023, lo que está expresando el PIB es una hecatombe sin precedentes, mostrando así un deterioro en el bienestar colectivo cuyo riesgo es que el PIB y la población crezcan a igual ritmo ya que de la economía se perfila con un cierre del año por el orden de un 2.1%, lo cual preocupa en la medida que se aleja considerablemente del patrón de crecimiento de las últimas cuatro décadas de un 5.3%.