Cuándo invertir en una "idea estúpida" (y cuándo no hacerlo)

Cuándo invertir en una «idea estúpida» (y cuándo no hacerlo)

Cuándo invertir en una «idea estúpida» (y cuándo no hacerlo)

El iPhone o los autos eléctricos fueron considerados por los inversores escépticos en su origen como una idea absurda destinada a fracasar.

Si Wall Street hubiese existido cuando Galileo dijo que la tierra era redonda, nadie habría invertido en su «idea estúpida».

En el sector tecnológico han pasado cosas, no tan dramáticas (porque al pobre Galileo lo mataron), pero muchos lamentan en la actualidad no haber comprado acciones a tiempo.

¿Qué tal si hubieras invertido US$1.000 hace una década en Tesla? Hoy tendrías US$137.000.

Pero cuidado, que las historias de los que han perdido dinero son más comunes que las de los que han ganado.

Y, además, no todos los inversores actúan con la misma lógica. Existen, a grandes rasgos, tres grandes perfiles: conservador, moderado y arriesgado (también llamado agresivo).

Andy Kessler, analista bursátil especializado en el sector tecnológico y columnista del diario The Wall Street Journal, es uno de los que recomienda lanzarse a la aventura.

Autor de libros como Wall Street Meat(Carne de Wall Street)yEat People (Comer gente) y fundador del fondo de capital de riesgo Velocity Capital, Kessler argumenta que si ves una oportunidad en la que nadie más cree, debes confiar en tu opinión.

«Mi consejo es siempre invertir en la neblina», afirma, especialmente cuando los demás son incrédulos.

Es un defensor de invertir en ideas que el resto considera estúpidas. Pero cuidado, Kessler no recomienda esta estrategia para los que quieren ganar dinero rápido.

Al contrario, su argumento es invertir a largo plazo, incluso con la perspectiva de que esa acción puede mantenerse baja o retroceder por algunos años, antes de tomar vuelo.

Y largo plazo… puede significar hasta décadas.

El iPhone en 2007

Uno de los ejemplos que entrega es la historia de la entrada al mercado del iPhone en 2007.

La primera reacción de muchos fue: «¿Escribir sobre vidrio?, imposible, ridículo», mientras se aferraban a su BlackBerry.

Kessler insiste en no desechar de plano algo que suena descabellado, vale la pena pensarlo, investigar y luego decidir si es algo realmente estúpido, en vez de matar la idea de una sola vez.

En el caso del sector tecnológico, el análisis debería considerar en qué medida el producto tiene posibilidades de mejorar su desempeño y, al mismo tiempo, reducir sus costos de producción.

Incluso se debería considerar «sospechosas» las cosas que no son controvertidas en su origen.

Cuando los emprendedores necesitan conseguir financiamiento, al típico estilo Silicon Valley, tratan de «vender» sus brillantes ideas. Y algunos inversores, que tienen suficientes fondos como para asumir riesgos, se lanzan a la aventura sabiendo que quizás, ese proyecto podría ser un fracaso.

O compran acciones de empresas que no han generado ninguna rentabilidad, como los taxis aéreos, los huertos verticales hidropónicos, o los viajes espaciales.

Cuándo no invertir en una idea estúpida

El punto clave es que son personas con «espalda financiera», es decir, mucho dinero.

Se pueden dar el lujo de hacer apuestas agresivas porque si pierden, no se han jugado el todo por el todo.

Edificios en Wall Street

«Para asumir riesgos de inversión hay que tener conocimiento», le dice a BBC Mundo Manuel Romera.

Asumen riesgos calculados. No apuestan la casa donde viven, ni los ahorros de la jubilación, como podría ser el caso de un inversor novato que se lanza al vacío sin ningún colchón que amortigüe el golpe.

«Para asumir riesgos de inversión hay que tener conocimiento», le dice a BBC Mundo Manuel Romera, director del sector financiero de IE Business School, en España.

No importa si tienes un gran patrimonio o uno pequeño, agrega, «debes conocer las métricas financieras».

Y para eso, además de estudiar o asesorarse, apunta, es necesario disminuir el riesgo consiguiendo toda la información de la empresa donde quieres invertir.

«El análisis es lo único que puede justificar asumir riesgos», apunta.

En ese sentido, argumenta, «las oportunidades de inversión van mucho más allá de las empresas tecnológicas, las biotecnológicas o las energías renovables», que son algunos de los activos más de moda.

El problema es que el inversor novato se puede encandilar con las luces que brillan demasiado.

En ese escenario, no vale la pena invertir en una idea que «parece estúpida» porque a final de cuentas, puede terminar siendo verdaderamente estúpida.



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