Que veinte años no es nada lo sabemos por aquel tango inmortal de Gardel. Gracias al Covid, lo vivido en 2002 por más de un embajador en Ginebra sería irrepetible en este 2022.
En 2002 el Grupo de América Latina y el Caribe (GRULAC) dijo adiós a un gigante de la diplomacia. Sus firmes posiciones a favor del acceso a medicamentos son las mismas que hoy promueve la OMC. Hace 20 años, desafortunadamente, otra era la historia.
En su despedida – durante el almuerzo mensual de embajadores – recibió el reconocimiento de sus pares y la acostumbrada bandeja de plata conmemorativa de su gestión.
Pero no sólo el GRULAC entregó bandejas ese año por la partida de los que entonces promovieron lo que hoy todos aceptan. Egipto, Paquistán, Tanzania y muchos más debieron también cambiar sus embajadores.
En 2009 el GRULAC en Bruselas despedía al encargado de Negocios de un país centroamericano. Por no ser todavía embajador, el estricto protocolo habría conllevado la ausencia de los jefes de misión en el almuerzo. Pero como había cultivado excelentes relaciones con todos, nadie faltó ese día.
Era cuestión de tiempo antes de verlo al mando de embajadas importantes, como haría pronto en París y ahora en Seúl.
En 2015 el GRULAC en Londres celebró su almuerzo mensual en un salón del Museo Británico, institución que solo exhibe una fracción del total de su colección, el resto de la cual se encuentra apartada de la vista del público en su centro de conservación de Franks House.
Más de tres mil de los artefactos arqueológicos que tiene provienen de La Hispaniola. De las Américas, sólo México – gracias al apoyo continuado de su Gobierno – cuenta con una sala dedicada a su civilización precolombina en ese prestigioso museo.
Por ello, República Dominicana dedicó el almuerzo que le tocó organizar – siguiendo la rotación mensual – a promover la creación de una sala para el resto de las Américas. Sirvió además para reintegrar al encargado de la embajada haitiana, cuyo país estaba ausente de la diplomacia británica desde que Graham Greene publicara “Los comediantes”.
Cambios en la administración del museo dieron al traste con el tradicional enfoque geográfico de las exhibiciones, pasando a uno temático en el que no cabe ya la idea propuesta.
Poco tiempo después de las muchas despedidas del 2002 en Ginebra, Brasil designaba a Celso Amorim como embajador en Londres. De ahí regresaría a encabezar el ministerio de exteriores por dos nuevos períodos.
También Egipto nombró a Fayza Aboulnaga como ministra de cooperación internacional, Tanzania a Ali Said Mchumo presidente del Fondo Común de los Productos Básicos y Paquistán al flemático y experimentado embajador Munir Akram como jefe de misión ante la ONU en Nueva York, justo cuando su país ingresaba al Consejo de Seguridad.
Cabe pues celebrar el privilegio de estar ahí cuando honrar honra, despidiendo dignamente a nuestros colegas y preparándonos para el retorno que tendrán tarde o temprano, máxime si sus ideas terminarán por ser reivindicadas.