En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, muchas son las cifras que acaparan los titulares informativos, algunas ignoradas por los lectores. Sin embargo, ¿Qué pasaría si, en lugar de números, se contaran historias?
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Por ejemplo, esta historia, que sí tiene nombre, aunque ficticio para guardar su identidad real.
Esta es la historia de Fabiola, una joven de apenas 32 años que, durante mucho tiempo, convivió con algo que no sabía cómo nombrar. Pensaba que el amor era sacrificio, que los celos eran una prueba de interés y que las peleas eran normales.
Hoy entiende que todo eso era parte de una relación tóxica, una en la que perdió su identidad, pero también una que le enseñó a recuperar su vida.
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Cuenta que, cuando conoció a Javier, tenía 24 años. Era encantador, divertido y siempre sabía qué decir para hacerla sentir especial. Al principio, sus constantes mensajes para saber dónde estaba le parecían tiernos, una señal de que realmente le importaba. Pero, con el tiempo, esas preguntas se convirtieron en exigencias, y sus “consejos” sobre cómo vestirse o con quién salir comenzaron a parecerle extraños.
Pronto, las discusiones y el aislamiento la alejaron de todos. La ira de Javier escaló hasta un empujón que rompió algo en ella. Atrapada en un ciclo de abuso y arrepentimiento, se sentía perdida, creyendo que podía arreglarlo, hasta que finalmente decidió buscar ayuda.
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La historia de Fabiola es una de miles, pues, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada tres mujeres en el mundo ha experimentado violencia física o sexual en una relación íntima.
En Latinoamérica, el 38 % de los feminicidios ocurre en el contexto de relaciones de pareja o familiares (CEPAL, 2023).
Las relaciones interpersonales saludables son fundamentales para el bienestar emocional, pero no todas son beneficiosas. Identificar a un agresor o reconocer una relación tóxica es crucial para proteger nuestra salud mental y física.
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Una relación tóxica es aquella en la que predominan dinámicas de control, manipulación, abuso emocional o físico y falta de respeto mutuo.
Estas son algunas señales de alerta en una relación tóxica:
- Falta de comunicación saludable: predomina la crítica destructiva y no se solucionan conflictos de manera respetuosa.
- Dependencia emocional: uno o ambos sienten que no pueden estar separados sin experimentar ansiedad.
- Patrones cíclicos de abuso: momentos de violencia seguidos por períodos de arrepentimiento o «luna de miel».
- Desigualdad de poder: una parte tiene un control desmedido sobre la otra.
Aquí te presentamos algunas de las características de un agresor:
- Control excesivo: monitorear constantemente las actividades, redes sociales o decisiones de la otra persona.
- Celos extremos: usar los celos como excusa para comportamientos posesivos.
- Manipulación emocional: usar el chantaje, culpa o gaslighting (hacer que la víctima dude de su percepción).
- Aislamiento: intentar alejar a la víctima de sus seres queridos.
- Abuso verbal o físico: insultos, gritos, golpes o cualquier acción destinada a dañar o intimidar.
Ahora bien, una vez identifiques que estás en una relación tóxica, lo recomendable es establecer límites claros, buscar apoyo, documentar incidentes, consultar con profesionales y considerar salir de la relación.
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La línea de Emergencia *212 está dirigida a todas las mujeres, junto con sus niños, niñas y adolescentes (NNA), víctimas de cualquier tipo de violencia, sin discriminación de raza, nacionalidad, religión o condición social.
Los rescates se realizan con el Departamento de Atención a la Violencia en el Gran Santo Domingo, en coordinación con el 911 de la Policía Nacional y a través de las Oficinas Provinciales de la Mujer (OPM) y Oficinas Municipales de la Mujer (OMM), en coordinación con los destacamentos policiales de las provincias y municipios.