El consumo de electricidad en hogares y oficinas alcanzó niveles sin precedentes en 2022.
La elevada demanda de energía durante un verano caliente como pocos coincidió con la guerra en Ucrania.
Ambos factores mantienen en alza los precios internacionales del petróleo y el gas.
En algunos países aumentaron las ventas de paneles solares para su instalación en hogares y oficinas.
En otros las cosas siguen como si nada, fruto de controles de precios o topes a los montos facturados.
Sin duda que es políticamente conveniente evitar disturbios en momentos caldeados.
Lamentablemente, continuar con los subsidios puede retrasar el cumplimiento del Acuerdo de París del 2015, pues el consumo de energía en hogares y oficinas aporta prácticamente la misma proporción de gases con efecto invernadero que los transportes (https://ourworldindata.org/ghg-emissions-by-sector).
Así, cambiar el comportamiento del consumidor en sus casas y oficinas será tan importante para frenar el cambio climático como usar energías alternativas en autobuses, aviones, barcos, camiones, carros y trenes.
Es mucho lo que puede hacerse para reducir nuestras facturas.
Cuando en 2002 regresé de Ginebra a Santo Domingo, reemplacé el calentador eléctrico por uno de gas, cuyo consumo queda incluido en la contribución mensual al mantenimiento del condominio donde entonces vivía.
Instalé además un tendedero de ropa debajo del abanico de techo del cuarto de servicio. La ropa tardaba un poco más en secarse, pero por eliminar el secador y cambiar el calentador la factura cayó 66 %.
Se puede trabajar cómodamente o dormir plácidamente ajustando el termostato del aire acondicionado a 26 C.
Y si donde vivimos hiciera frío en el invierno, tener calefacción a 19 C en casa sería perfectamente tolerable.
La tecnología actual más eficiente es la de las bombas de calor con inversores (“inverter heat pumps”).
Utilizan menos energía eléctrica que el calor producido (en modo calefacción) o que el frío generado (en modo aire acondicionado), generando ahorros de más de 25 %.
Además, como son inversores, mantienen la temperatura en habitaciones y oficinas al nivel fijado en el termostato, ajustando las revoluciones del motor sin apagarse totalmente.
Por ello, la nueva ley estadounidense de reducción de la inflación subsidia generosamente su instalación.
La tecnología de inversores también funciona en refrigeradores, máquinas de lavar platos y de ropa, reduciendo también el consumo de energía.
Pero por eficientes que sean el aire acondicionado y la calefacción, todo se anulará si hubiera fugas de aire en puertas y ventanas, o si el aislamiento térmico de paredes y cristales fuera inadecuado.
En ciudades como Londres será difícil reducir la factura eléctrica si continúan las corrientes de aire pese a tener cerradas puertas y ventanas.
Esta situación debió cambiar desde 2016, pero las casas son intocables para el inquilino y los propietarios son usualmente renuentes a los cambios.
Conviene conservar energía para reducir nuestras facturas y contribuir a contener el cambio climático.
Llegará el día en que hogares y oficinas generen su propia energía, utilizando paneles solares o pilas energéticas de hidrógeno.
Para entonces, haber aprendido a conservar permitirá vender a la red de transmisión la energía que nos sobre, acelerando la recuperación de lo invertido.