Cuándo comenzamos a caer tan bajo, que hasta nuestro valor se hundió

Cuándo comenzamos a caer tan bajo, que hasta nuestro valor se hundió

Cuándo comenzamos a caer tan bajo, que hasta nuestro valor se hundió

Rafael Ramírez Ferreira

Porque… Las oscuridades del poder,
Nunca han sido eternas.

La resignación no es siempre una
Virtud: es un crimen cuando se
Alienta tiranías.
J. Rosón.-

Qué nos pasó. Dónde y cuándo perdimos el rumbo y los sentidos. Quién o quienes nos produjeron este mal. Qué nos hace sostener esta desgracia. Las preguntas se prolongan y las respuestas a las mismas no llegan. Toda una generación casi perdida, que apenas chatean sin siquiera hojear un periódico y ni hablar de un libro, aun y sean universitarios. La vida les pasa en una completa irresponsabilidad, donde lo mediato es la ley, nada con sacrificios. Definitivamente, en algún lugar hicimos que lo mejor de nuestra sociedad se perdiera y hoy, la cualquerizacion nos arropa, comprime y ahoga, cual si fuera una boa.

Cuándo se apoderó el miedo de nosotros; porqué razón vivimos bajo el terror que nos impone el miedo de hablar, protestar, exigir; ¿Cuándo perdimos el valor?, ¡si es que alguna vez lo tuvimos! O acaso, ¿será cierto que el resultado de nuestra naturaleza, es lo que y por lo que estamos viviendo dentro de esta carencia de valor colectivo? ¿Qué todo esto no es más que el resultado de nuestra historia? ¿De lo que hemos sido, desde la conquista?¿De asombrarnos y humillarnos ante el “grande” y sus enormes “bestias”? ¿De siempre cambiar oro por espejitos? Y, en este caso, ser sumisos ante los desmanes de una casta, de una claque, cuyo verbo nos adormece… ¡No sé, no sé!
Nos mantienen amarrados a vivir de ilusiones y promesas, que en muchos casos no pasan de ser melodramas, creados por los artificiosos discursos de un grupo de fariseos, aglutinados en partidos y parásitos clientelistas adosados a ellos, sin que exista por nuestra parte, ni por las autoridades “competentes”, un régimen de consecuencias que los haga desistir de sus indelicadezas, de sus irresponsabilidades ante sus obligaciones con el pueblo, de sus prepotencias y sobre todo, de elaborar las leyes que les proporcionan el desgraciado blindaje y al parecer, su eterna impunidad.

Creo, que la distinción de ser político o funcionario, no los hace diferentes a los demás ciudadanos aunque, muy a pesar de todas estas amarguras y frustraciones causadas por una camada de irresponsables políticos, debemos de encontrar la forma o manera de creer y confiar en el sistema o, al menos, fingirlo, porque la solución a nuestros problemas no está en cambiar los dirigentes con el voto, sino, hacer que cambie su actitud, reclamar, patalear y sobre todo, exigirle a la “ciega” y a los que de ellas cuidan, cumplir con sus deberes y olvidarse de los demás poderes y de la reelección en su puesto, a costilla de permitirle a esos componentes violar y permitir que violen las leyes que ellos mismos hacen.

Por más que intentolocalizar el momento preciso en el cual nos atrapó la desidia, ese sentimiento apático de dejar todo en manos de la providencia; a lo que venga o traiga el viento; el cuándo nos contagió el famoso laissez faire, laizzezpasser, me ha sido imposible, porque han sido tantas las justificaciones, tantas las “elecciones” y sus promesas, tantos los discursos sonoros, tanto apañamientos de vagabunderías; tanto tapar hechos bochornosos con otros peores; tanto borrón y cuenta nueva, que, definitivamente, no he podido dar con él. Solo sé, que cada día, se les acorta el tiempo para bien accionar. ¡Sí señor!



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