En el siglo pasado, la educadora Maria Montessori creó un método revolucionario de enseñanza para niños pobres en Italia que hoy se relaciona con las escuelas caras a las que van los hijos de las clases altas.
En 2007, la escritora Doris Lessing ganó el Premio Nobel de Literatura, a los 87 años, consagrándose como la escritora más grandes en recibir el premio más prestigioso de literatura.
A lo largo de su carrera, la actriz Ingrid Bergman recibió cuatro Oscar por sus interpretaciones.
Además del éxito profesional, lo que estas tres mujeres tienen en común es la ausencia de hijos. Al menos junto a ellas, ya que las tres dieron a luz y dejaron atrás a su descendencia.
«¿Qué tipo de madre abandona a su hijo?». Esta pregunta motivó a la periodista catalana Begoña Gómez Urzaiz a escribir el libro «Las abandonadoras« (Ediciones Destino, 2022).
Para intentar responder a la pregunta, la autora, que es madre de dos niños, tuvo que cometer “microabandonos” como ella misma clasifica sus ausencias los fines de semana y en otros momentos.
“Lo primero que aprendieron mis hijos fue a tirar del cable del enchufe de mi Mac. Para ellos, mi computadora era un enemigo”, le dice a BBC News Brasil Gómez Urzaiz.
Para escribir su libro, lejos de sus hijos, Begoña hizo una investigación sobre las historias de estas famosas mujeres y sus motivaciones.
“Me di cuenta de que en mi cabeza ya había una especie de lista de mujeres abandonadoras con las que me sentía incómoda. Fue entonces cuando empecé a preguntarme por qué me molestaba tanto”, dice.
A partir de entonces, intentó responder a la pregunta arrojando luz sobre una parte de la historia de estas mujeres que normalmente no suele ser revelada.
“Escribí sobre la vida de estas mujeres a través de sus maternidades y lo que estas significaron para ellas. No solemos hablar de la vida de personas como estas así, especialmente sobre mujeres que hicieron cosas importantes”.
El libro de Gómez Urzaiz no se centra solo en historias de mujeres reconocidas, que dejan a sus hijos en busca de una carrera exitosa. Hay un matiz económico y social cuando se habla de abandono materno y este tema también se trata delicadamente en su libro.
Ella cuenta que cuando comenzó a buscar madres anónimas tuvo que tocar, obligatoriamente, el tema de la migración. Hay un capítulo solo sobre estas historias, de madres que cambiaron de país solas en busca de mejores oportunidades.
“El 99% de estas mujeres abandonaron a sus hijos por falta de dinero y oportunidades en sus países de origen”, cuenta la escritora.
Todo tipo de madres
Hasta mediados del siglo pasado, sólo había una forma de abandonar a un niño: un cilindro de madera giratorio instalado en las paredes de las iglesias.
La «rueda de los rechazados» fue una práctica iniciada en la Edad Media y que atravesó siglos y continentes. Recientemente, Europa ha hecho resurgir el mecanismo, pero con una nueva apariencia.
Los bebés abandonados por sus padres se dejan en Alemania en una ventana llamada “Babywiege” (cuna de bebé, en en español). El lugar es seguro y con una temperatura ideal para los menores.
La psicóloga Carolina Santos Soejima realizó un estudio con algunas de estas mujeres para averiguar si había un elemento común en la dinámica familiar durante la infancia.
La investigadora habló con 21 mujeres que entregaron bebés en adopción. Cada una de ellas nombró a otra mujer, del mismo círculo social, con hijos, para que se pudiera hacer una comparación.
Santos Soejima evaluó la calidad de las interacciones familiares a partir de indicadores como la participación de los padres en la infancia, reglas, comunicación, clima de pareja y castigos, entre otros.
La conclusión a la que llegó fue que había una diferencia en la calidad de las interacciones familiares entre estos dos grupos, dice la psicóloga.
Las mujeres que, independientemente del motivo, dieron a sus bebés en adopción, no experimentaron relaciones afectivas ni implicación parental. No recibieron comentarios positivos, lo que incidió en su autoestima y afecto, dice el estudio.
Con todos estos matices, la pregunta formulada por la psicóloga, muy parecida a la que se hizo Begoña, no tiene una respuesta sencilla.
Las circunstancias
Para la escritora, el motivo que lleva a una mujer a abandonar a un hijo tiene que ver con las circunstancias.
“Cualquier tipo de madre es capaz de abandonar a sus hijos, todo depende de las circunstancias que la llevan a hacerlo. No hay un gen, no hay ADN de una mujer abandonadora, lo que existen son circunstancias”, dice
Mientras que el abandono materno es tema de tesis académicas, libros, películas y todo tipo de contenido, no ocurre lo mismo cuando se trata del padre, cuya ausencia siempre ha sido naturalizada.
Pablo Neruda, como recuerda la escritora al principio del libro, abandonó a su única hija, Malva Marina, a los dos años. La niña tenía hidrocefalia, una enfermedad congénita y estuvo al cuidado de su madre hasta que falleció a los 8 años.
El poeta chileno ignoró las solicitudes de ayuda, incluso financiera, de la exesposa y madre de la niña, María Antonieta Hagenaar.
“La lista de hijos sin padres es infinita. Incluso porque no sabemos de aquellos padres que no se van, pero que no practican una paternidad responsable”, dice la escritora.
Para los padres, es posible estar ausente incluso sin abandono físico, una decisión que solo las mujeres con mucho dinero pueden tomar, dice la autora.
“Para una mujer, es imposible renunciar [a la maternidad] estando presente. A menos que seas muy rica y tengas muchos empleadas. Pero en este caso, tampoco hay un deseo o un tabú de tener que huir para poder ser [alguien], porque ya podrían serlo, gracias a esa red de apoyo pagada”.
El costo de la maternidad
El libro de Begoña habla sobre los costos emocionales, tanto de permanecer como de abandonar a un hijo. Pero la maternidad tiene otros costos. Algunos, incluso, más palpables.
“La desigualdad económica entre mujeres casadas y madres solteras llama la atención”, dijo Amanda Resende, investigadoras del Centro de Investigación en Macroeconomía de las Desigualdades (Made), de la Universidad de Sao Paulo.
“Hay una diferencia significativa de pobreza y tiempo entre ellas”.
Resende dice que las madres solteras a menudo dejan el trabajo porque los costes de externalizar los servicios de atención doméstica no compensan.
“Las mujeres casadas eligen continuar en el mercado cuando tienen unos ingresos lo suficientemente altos. En el caso de las madres con hijos de hasta dos años, las mujeres casadas ganan hasta el doble en comparación con las madres solteras”, dice.
Para Resende, a medida que el niño crece, esta diferencia disminuye. “Lo que nos hace pensar que hay un costo de la maternidad, especialmente para las madres solteras”.
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