Crueles y desaprensivos

Crueles y desaprensivos

Crueles y desaprensivos

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Los progresos de las naciones no se miden solamente con las estadísticas o por el crecimiento de la riqueza. Hay que tener en cuenta también el grado de educación de la gente común.

Una buena señal de progreso en nuestro país, por ejemplo, es el hecho de que varios ayuntamientos se han sensibilizado ante los inconvenientes y molestias que tienen que sufrir las personas discapacitadas para movilizarse en las calles de nuestras ciudades.

Esos ayuntamientos hacen su parte colocando letreros y señales en los parqueos públicos para reservar determinados espacios que faciliten la locomoción de dichas personas.

La intención es buena, pero el respeto a las normas es nulo. Los espacios reservados a los discapacitados son ocupados por personas que no necesitan esa ayuda, sin que los guardianes lo impidan.

Frente a casos como éstos, tenemos que admitir que todavía somos salvajes, crueles y desaprensivos. Pero nunca pretendamos llamarnos civilizados. La verdad duele, pero esa es nuestra triste realidad.



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