La sociedad dominicana no atraviesa por una crisis política. Entendida esta como imposibilidad de gobernar de los de arriba, alteración o quiebra del funcionamiento de los poderes del Estado y resistencia generalizada de los de abajo a continuar con su situación no es lo que define el panorama político actual.
A pesar de que el descrédito del Gobierno, evidenciado por los resultados de las últimas encuestas, no se traduce todavía en una modificación radical del estado de animo de la población dispuesta a empujar un cambio por las vías institucionales o por otros métodos.
Pero el país sí arrastra una crisis social. Colapso de los servicios públicos, corrupción generalizada en las instituciones del Estado, impunidad de los delincuentes de cuello blanco, transporte sumido en el caos, pobreza y exclusión social manifiesta de los sectores vulnerables, desempleo creciente, alto costo de la vida, auge de la delincuencia, entre otros muchos factores que hacen la vida insoportable a la mayoría de la población.
Este, es, pues , el cuadro de conjunto que caracteriza la situación económica y social dominicana a pesar de que los voceros del gobierno idealizan la actual administración presentándola como eficaz, solidaria con los pobres y un ejemplo de gestión .
Al nivel de los estamentos de poder, el deterioro del funcionamiento del Poder Judicial ha hecho erupción, la gente no confía en el llamado Poder Judicial, sacudido por constantes escándalos .
Por otra parte un Congreso al servicio estricto de los grupos del PLD agrega elementos adicionales al panorama.
Al interior del partido de gobierno, dos facciones en pugna, una, ahora dominante, que responde a Danilo Medina, y la otra, alineada con Leonel Fernández , se resisten a dejar sus espacios.
La contradicción que les enfrenta referente a la reelección de Medina y al padrón para elegir los candidatos son algunos de los numerosos frentes que los tiene divididos.
Sin embargo, todavía persiste en la población un sentimiento de frustración.
La gente quiere cambio, pero no ve todavía quién representa ese cambio.
Los propios estrategas del partido de gobierno alimentan a través de sus voceros mediáticos el sentimiento de que el PLD resolverá sus problemas internos y que se mantendrán en el poder político a pesar de sus diferencias.
Esa percepción es la que hay que cam biar. Sustituyéndola por el sentimiento de que el cambio es posible.
Pero esa nueva percepción supone condiciones.
Ante todo, la unidad de la oposición.
Un trabajo persistente y coherente ,apoyando las reivindicaciones populares.
Del resultado de ese trabajo emergerán las fuerzas partidarias que encabecen un vigoroso frente que sostenga un programa de reivindicaciones atractivo y que postule en la próximas elecciones candidatos que gocen de credibilidad.
El PRM tiene la oportunidad de dirigir ese frente si asume seriamente estos grandes desafíos identificándose con una sociedad que reclama transformaciones y quien la represente.