Bogotá.– Una parte importante del desarrollo de los países depende del éxito o fracaso de los procesos de integración y precisamente esa fue una de las principales criticas en 2016 a los bloques regionales latinoamericanos por su “inoperancia” frente a crisis como la de Venezuela, Brasil o Haití.
América Latina es una de las regiones en el mundo con el mayor número de organismos subregionales tanto políticos como económicos, que son un reflejo de las ideologías y las agendas de los presidentes de turno y que, de acuerdo a la opinión más generalizada, aún no han logrado unificar las sinergias entre sus países miembros.
Los proyectos de integración en la región pasan por una “etapa crítica” debido a un “exceso de ideologías nacionalistas”, que han generado conflictos bilaterales, y a la “improvisación” de los bloques, que no han asumido un papel determinante en la resolución de las crisis, como quedó evidenciado este año en casos como Venezuela, Brasil, Haití y Centroamérica.
El objetivo de proyectos subregionales, como el Mercosur, la Comunidad Andina, el SICA, la Unasur, la Celac, entre otros, es que los países adquieran un mayor protagonismo en el plano internacional y así potenciar sus agendas para su desarrollo.
Esa es una de las principales criticas que le hacen a la mayoría de esos bloques por concentrar los esfuerzos en potenciar la liberalización comercial, dejando de lado aspectos como la política, los derechos humanos, el medioambiente e, incluso, la prevención y atención a desastres naturales.
“Solo en la medida en que los bloques se despoliticen es que se podrá hablar de un auténtico clima de integración, pero lo fundamental es que se pueda conjugar del mismo modo el verbo democratizar”, afirma a Efe el politólogo e internacionalista Vicente Torrijos.
Entre los casos que este año centraron la agenda regional está la crisis política, social y económica en Venezuela, en la que salvo la mediación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) junto al Vaticano, iniciativas bolivarianas como la Alianza Bolivariana para las Américas (Alba) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) no han manifestado hasta el momento un interés concreto.
Precisamente una muestra de la falta de diálogo y de integración, es la decisión de los 4 países fundadores del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) de cesar a Venezuela, miembro pleno desde 2012, de ejercer sus “derechos inherentes” como Estado parte, por incumplir las obligaciones asumidas en el Protocolo de Adhesión.
“Hay una crisis política nacional que ha tomado un rumbo de crisis ideológica que debe ser superada para respetar los derechos de la nación y de los pueblos que viven en ese país para buscar la integración”, explica a Efe al respecto Florisvaldo Fier, alto representante del Mercosur.
“La integración no se hace solo por la decisión de firmar un acuerdo, la integración es necesaria trabajarla en el sentido de construir solidaridad entre las naciones”, destaca Fier no solo sobre Venezuela, sino a situaciones aún más complejas como la de Haití, el país más pobre de América con una profunda crisis política y social debido a las catástrofes naturales que sufre cada año.
También la crisis política en Brasil que terminó con la destitución de la presidenta Dilma Rousseff en un juicio parlamentario y la emergencia humanitaria surgida en Ecuador, Colombia, México y Centroamérica por los miles de cubanos que pasaron por estos países para poder llegar a Estados Unidos.
Para encauzar la integración, además de superar “una serie de incertidumbres internas”, se debe entender que “es necesaria la integración, independientemente de la ideología del presidente” de turno y de “sus ideologías”, destaco Fier.
Para Torrijos, las crisis y situaciones que se registraron este año en Latinoamérica evidenciaron que es necesario que “estas organizaciones converjan en la propia Organización de Estados Americanos porque al fin y al cabo, la OEA es el ámbito en el que se dirimen toda suerte de controversias y es el verdadero escenario de democratización compartida en el hemisferio».
El politólogo colombiano destaca el papel del secretario general de la OEA, Luis Almagro, en la crisis venezolana y considera que ese organismo “se debe revitalizar” como un “sistema hemisférico de verdadera resolución de los problemas” no solo políticos, sino en la atención de catástrofes como las de Haití.
También señala como punto negativo que los bloques regionales, que en su mayoría surgieron de ideales “afines al socialismo del siglo XXI y al movimiento bolivariano”, omitan a EEUU que, a su juicio, ha creado “un gran vacío de diálogo y de armonización de políticas en el plano hemisférico».