Costos reales y el consumo

Costos reales y el consumo

Costos reales y el consumo

Frederich E Berges

Desde hace poco más de un par de años el mundo viene experimentando unos momentos de crisis de grandes repercusiones.

Primero tuvimos la pandemia global del Covid-19 y las subsecuentes variaciones de esta, que prácticamente paralizaron el mundo por meses y que aún nos mantiene en modo recuperación. No bien se vislumbra que salimos de este estado de calamidad cuando surge el conflicto entre Rusia y Ucrania, que amenaza poner el mundo occidental en pie de guerra.

Una de las muchas consecuencias nefastas de estos hechos ha sido la escalada continua en el precio del barril de petróleo, el combustible principal que mueve las economías de todos los países, y sobre todo el nuestro.

Para dar un ejemplo, según la publicación PrecioPetroleo.net, el costo del barril de petróleo West Texas Index (WTI-precio de referencia para R. D.) al 3 de marzo del 2020 fue de USD$46.75 mientras que, a la misma fecha de este año, alcanzó los USD$116.75. Ello representa un aumento del 149 % en apenas 2 años.

Con miras a disminuir el impacto de estos aumentos tan desproporcionados, el gobierno ha procurado establecer dos mecanismos básicos de compensación, ambos por la vía de los subsidios.

El primero está dirigido hacia los combustibles al detalle, y el segundo hacia la tarifa eléctrica. Para ello se han destinado miles de millones de pesos del erario, evitando así mayores escaladas que las ya vividas.

Pero ojo, lejos de haber disminuido el consumo de ambos, el país experimenta un aumento constante, realidad contrapuesta con lo que debe ser una actitud de cautela, austeridad y ahorro.

Tal vez sea más prudente invertir en campañas masivas de educación y concientización ciudadana, como las campañas multi millonarias que se gastan en la promoción de las actividades gubernamentales, que induzcan al cumplimiento del ahorro y disminución del consumo.

Estas campañas facilitarían que los combustibles y la energía reflejen unos precios más ajustados a la realidad y que el país compense los mismos con tasas de ahorro en vez de mayores consumos. La responsabilidad ciudadana ha sido el gran ausente en estos momentos de costos escalados y una necesaria austeridad.