Hay mucha hipocresía entre quienes se rasgan las vestiduras al comentar los escándalos por la pésima administración de la empresa eléctrica estatal EdeEste.
Si apenas una parte de lo publicado recientemente es verdad, sus responsables están judicialmente bien feos. Pero a nadie debería sorprender, puesto que desde hace años era más que un secreto a voces que algunas empresas del gobierno llevaban sus negocios con tal desorden que era imposible auditarlas. Sin embargo, no todas se desempeñaron similarmente.
Algunas poseen su contabilidad como un papel de música y aparte de poder exhibir auditorías bien hechas, en vez de contribuir al déficit financiero del sector eléctrico, cubren todas sus necesidades con sus ingresos ordinarios, sin necesitar apoyo del gobierno vía subsidios presupuestales.
Como todo dominicano sensato, apoyo que respondan ante la Justicia todos quienes hayan incurrido en ilícitos, especialmente si su obscenidad es agravada porque embarran a otros presuntamente inocentes.
Impostar sorpresa, cuando algunos habíamos comentado privada y públicamente lo de EdeEste, empeora un agravio infamante contra quienes sólo olieron guisos vergonzosos.
