«Abriré mis ojos a los montes, de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra». Salmo 121:1.
23 de marzo 2020, estamos en cuarentena en nuestra República Dominicana, viviendo una crisis de salud global que nos ha girado 360 grados la vida de cada uno de nosotros.
Estamos frente a un enemigo silente que como fantasma nos quiere acorralar sin que lo veamos y nos quiere quitar desde ya lo más preciado en un ser humano, la tranquilidad y en muchos casos la vida.
Está a prueba nuestra fe en Dios y mediante ella podemos decir confiadamente que ¨Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece¨.
Hemos leído de pandemias, hemos visto películas sobre epidemias virales pero nunca nos imaginamos estar dentro del ojo del huracán, El covid nos ha puesto frente a un espejo para que el mismo nos devuelva nuestra imagen, pero esta vez sin maquillaje.
Covid-19 llegó y juega a ganarnos la batalla frente al reloj de la vida. Hasta ahora no tiene fecha de caducidad y el tiempo de incubación nos agobia, podemos tenerlo y no saberlo; vivimos momentos donde el presente es lo que cuenta porque el futuro es muy incierto, pero no estamos solos, estamos asidos a la roca fuerte que es Jesucristo.
Aunque la tristeza nos embarga, tengo que decir que para los que hemos leído la Palabra de Dios y le conocemos, nada de estos acontecimiento nos puede ser ajenos, el pecado y la huella humana han ido poco a poco abusando de la tierra y ella gime a una porque muere de dolor y ni que decir de cómo le han dado la espalda al Dios que nos creó.
Muchos de nosotros hemos gritado a los cuatro vientos que somos cristianos, que confiamos en el poder de Dios y es ahora cuando tenemos que demostrar si somos cristianos de teoría o cristianos practicantes, si de oídas le habíamos oído o si en verdad conocemos a nuestro Señor y Dios.
Clamemos al que todo lo puede, el que tiene misericordia y lleva sanidad a los pueblos, sólo El tiene la autoridad, como lo hizo en la barca, cuando ordenó a las olas del mar, en medio de la tempestad calmarse, no porque lo merezcamos, de ninguna manera, pero su amor es inconmensurable y lo demostró con el sacrificio de su Hijo en la cruz, para salvación y redención de todos los que le creemos.
El enemigo de las vidas quiere destruirnos, pero Jehová de los Ejércitos tiene el poder de deshacer sus maquinaciones.
En Dios esperamos. Pidamos que como dice su Palabra, nos de la fuerza del búfalo para contrarrestar el virus y la ligereza del águila para volar por encima del mismo, oremos por nuestros gobernantes y el cuerpo médico para que los guíe en todo y por todas las naciones para que juntos en amor y solidaridad salgamos victoriosos de esta crisis.
No dejemos de interceder ante el Trono de la Gloria.