Dudar de los efectos del cambio climático es una tontería peor que argüir en contra de las vacunas contra el COVID.
Los antivacunas creen equivocadamente que su derecho a decidir si se inoculan o no prevalece sobre el interés social de arrestar la pandemia, mientras quienes rechazan la necesidad de accionar para frenar la acelerada degradación del medio ambiente demuestran un egoísmo similar, pero condenando a hijos y nietos a padecer su alergia a la ciencia y los datos.
Nuestro país ya es impactado gravemente por el cambio climático.
Hay más huracanes y paradójicamente más sequías (ciclos climáticos alterados), temperaturas mayores, desertificación, incendios y deforestación por depredación, erosión de playas y la invasión de sargazo.
Pero al ver recientemente a nuestra viceministra Milagros Decamps Germán discursear en impecable inglés en la XXVI Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, en Glasgow, sentí esperanza de que hay jóvenes valiosos echando el pleito.
El primer paso para cambiar cualquier cosa es concienciar a quienes impactan las decisiones. Eso lo logró convincentemente esta joven funcionaria.