¿Tiene veracidad el socorrido criterio de que los músicos, salvo mínimas excepciones, mueren pobres? Según esos conceptos, muchos de los que ejercen este oficio, terminan su vida y no llegan a tener ni siquiera su propio hogar. Se dice que son prolíficos en la tenencia de hijos. He escuchado incluso que algunas veces, en lamentables situaciones, se ha tenido que recurrir a la colecta entre amigos para organizar sus funerales.
Comenté esto a un distinguido músico amigo nuestro y me dijo que hay verdades a medias en estos señalamientos, que no siempre es así, que en estos aspectos, resalta el “claro-oscuro”, con una perturbadora incidencia de lo oscuro.
Si estas aseveraciones son ciertas, sería algo lamentable, increíble, pero corregible, reversible, si este sector profesional se empodera de su destino y se acoge a su buena voluntad. Resulta extraño que un oficio cuya esencia es llevar la alegría y el gozo a la vida de los ciudadanos, sus ejecutantes terminen siendo un legajo de lástima y miseria.
Se atribuye esta acuciante realidad a una falta de conciencia colectiva de los ejecutantes de la música popular. No ha surgido una sabiduría entre ellos acerca de su propia idiosincrasia artística y del valor intrínseco, social y cultural que tienen como entes de la sociedad.
Lo que se escucha sobre la vida de los músicos es conmovedor. Se atribuye a estos ser bebedores y confundirse cotidianamente con las pránganas, los disfrutes, los placeres y hasta con los vicios. Y en ese trajinar, muchos integrantes de este importante sector terminan alejándose de su esencia, finalizando sus vidas muchos de ellos en los derrumbaderos de la pobreza. Caen, de manera imperceptible, en un odioso círculo de la oscuridad, ya que se ven expuestos a múltiples tentaciones y a labores intensivas, indetenibles.
Se debe precisar, sin embargo, que “no son todos los que están, ni todos los que son”.
Pero, ¿está todo perdido? ¿Hay tiempo de cambiar de rumbo? Claro que sí, esto a pena que comienza ahora.
La alternativa
En conversaciones con gentes que conoce el sector me han comentado que en estos momentos, precisamente, están dadas las condiciones para que los ejecutantes de la música popular den un salto hacia adelante. ¿Cómo hacerlo? Esa es la pregunta del millón de pesos.
Una alternativa viable, factible en la actualidad, me dicen, es que surja un liderazgo pujante, con suficiente fuerza y reciedumbre moral que tenga el valor y el poder de convocar a los músicos a que se integren, definitivamente, hacia lo que sería el camino que lo llevará a su salvación.
Nos parece, y por eso hago esta sugerencia, que esa vía, que comenzaría como si fuera un trillo, sería integrarse a una Cooperativa Nacional de Músicos, Autores y Ejecutantes de la Música Popular (COOPNAMUSICOS).
El actual crecimiento de la industria turística y el indeleble espíritu de alegría de los dominicanos, constituyen factores que aseguran un encomiable campo laboral para este creciente sector. Eso implica, asimismo, un caldo de cultivo para el crecimiento, la estabilidad y el progreso de los músicos y sus familiares.
Según informes de las Cooperativas de las Américas (COOP) Región de la Alianza de la Cooperativa Internacional (ACI) así como del Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (Idecoop) en la República Dominicana había para 2018, casi mil cooperativas insertas en actividades económicas y de servicios.
Un mapeo realizado por la ACI y sus oficinas regionales, con apoyo de la Unión Europea (UE) y que dio lugar a un informe nacional, determinó que estas casi mil cooperativas, específicamente 916 para 2018, contaban con un millón 906 mil 534 asociados. Además, estas entidades aportan una cantidad indeterminada de puestos de trabajo y un valor tampoco determinado en la producción, ni en los servicios.
Pero estos últimos señalamientos no es lo que nos preocupa a los fines de realizar esta propuesta. Lo que alarma es que pese a lo activa que es la industria del entretenimiento, la cual crece a la par del desarrollo del turismo, el sector de los músicos, autores y demás ejecutantes de la música popular carezca de una poderosa cooperativa que lo agrupe con miras a plasmar juntos un futuro de progreso.
Se destaca en el informe de la COOP, ACI e IDECOOP que están aglutinados en cooperativas en el país los sectores de la banca y seguros, agricultura e industria alimentaria, industria, transporte, servicios públicos, motoristas del concho, comercio, vivienda, salud y otras actividades.
Pero como se observa, ahí no aparecen los músicos, ni los autores, ni los ejecutantes de la industria del entretenimiento agrupados en cooperativas, a pesar de que, como se dice en los corrillos de la prensa rosa, mueven cientos de millones de pesos en sus actividades cotidianas.
Surge ahí una paradoja. Se trata de un sector imbuido en la “llamada danza de los millones” que ve a sus integrantes desfallecer hasta depender a veces de la caridad pública.
A legua se ve que hay un muy mal manejo de esas riquezas y que reorientándolas podrían convertir las mismas, transformándose en poderosas piezas de decisiones que tracen caminos en el quehacer económico de la nación. O sea, dar el brinco de exhibir grandes fortunas individuales, a ser los dueños de un poderoso sector económico, una portentosa herramienta que incida en la industria, el comercio y los negocios, tanto financieros como inmobiliarios.
Eso sería “dar un salto de avance”, pero esta vez “no al vacío” como ocurre ahora, sino a un impulso de desarrollo colectivo.
¿Qué es una cooperativa? ¿Para qué sirve?
La cooperativa es un negocio en el que participan socios que buscan y desean un bienestar colectivo de sus integrantes. En tanto, un manual del Departamento de Agricultura de Estados Unidos sobre “Cómo empezar una cooperativa”, se pregunta de entrada qué es un negocio cooperativista. No se trata de un club social ni una entidad reivindicativa, ni un sindicato. Por eso, lo que conocen del asunto establecen de arranque que se trata de un negocio a donde se va a obtener beneficios.
“Una cooperativa es un negocio que está bajo la propiedad y el control de la gente que usa sus servicios. Esas personas son quienes financian y operan el negocio por su beneficio mutuo”, enfatiza el manual, y agrega: “Al trabajar juntas, pueden cumplir un objetivo que sería imposible de cumplir si se actuara de manera individual”.
Destaca, asimismo, que una cooperativa puede ayudar a sus miembros a aumentar sus ingresos o mejorar su nivel de vida al brindarles servicios importantes. Una cooperativa puede ayudar a sus miembros a aumentar su poder de mercadeo y ofrecer materiales o servicios de calidad que de otra forma no estarían disponibles o costarían demasiado dinero”.
¿Tiene el sector del entretenimiento, los músicos, autores y ejecutantes de la música popular el potencial para crear su propia cooperativa? Desde luego que sí, solo tienen que proponérselos los líderes naturales del sector.
Liderazgo
¿Cómo quiénes? Rafa Rosario, Juan Luis Guerra, Ramón Orlando, Armando Olivero, Fernando Villalona, Sergio Vargas, etc. Estos podrían arrancar la iniciativa y después transferir su dirección a un liderazgo emergente que se encargaría de impulsar en la industria una poderosa cooperativa que se inserte en el sistema económico del país, como lo han hecho otras grandes cooperativas que han comenzado casi en cero y ahora son poderosos negocios como la Cooperativa Nacional de Servicios Múltiples de los Maestros (COOPNAMA) Cooperativa de La Vega Real, Cooperativa Mamoncito, Cooperativa de Servicios múltiples de Profesionales de Enfermería Inc. (COOPROENF) entre otras.
Me acojo en esta sugerencia a una pregunta esencial del manual del Departamento de Agricultura de USA, y es ¿por qué se organizan las cooperativas? “La gente organiza cooperativas en respuesta a un problema o una oportunidad en específico. Las desarrolla para aumentar sus ingresos o para ofrecer un servicio necesario”, apunta.
Precisa igualmente que “las cooperativas se forman como negocios serios que pueden asumir una o más de las funciones del mercadeo, la compra o el servicio”.
¿Para qué serviría entonces una cooperativa de músicos y ejecutantes de la música popular? Podría por ejemplo ser para cambiar y lograr que estos pregoneros de la alegría culminen sus años con calidad de vida junto a sus familiares.
Según el manual a que hice referencia, lo que da vida al desarrollo de una cooperativa es “una necesidad apremiante y unos cuantos líderes comunitarios pueden dar vida a la motivación para formar una cooperativa”. “Normalmente, -añade- estos líderes han identificado una necesidad económica o un servicio que entienden que una cooperativa puede cubrir. También conocen a otras personas con intereses similares y valores comunes”.
La intervención del Estado
El Estado puede poner la primera piedra en esta iniciativa. ¿Cómo? Dando instrucciones a Idecoop para que convoque a los líderes del sector y pongan en marcha este proyecto cooperativo.
En el Idecoop, además, se puede conseguir las instrucciones para dar inicio a un proyecto cooperativo, tanto en término físico como virtual.
Observado todos estos parámetros, podemos resumir lo siguiente:
1) Que el Estado puede aportar un capital inicial de cinco millones de pesos para motivar la creación de la CoopNaMúsicos, con opción a la devolución de estos recursos cuando se logre la consolidación de la iniciativa. Pero que a partir de este empujón la entidad busque su propio camino de desarrollo y fortalecimiento entre su membresía.
2) Que se aproveche el interés manifiesto del actual mandatario de impulsar el movimiento cooperativista en el país. “Soy un firme creyente en las cooperativas, cuenten con todo mi apoyo en ese sentido. Quiero hacer de este país, uno lleno de cooperativas (Luis Abinader)”.
3) Se especula mucho en los medios de comunicación que músicos, autores y ejecutantes de la música ganan, acumulan y despilfarran grandes fortunas; sin embargo, muchos de ellos terminan siendo parias en el sector económico. ¿A dónde va ese dinero?
4) Lo ideal sería que músicos, autores y ejecutantes destinen al mes al menos 10% de sus ganancias en fiestas y otras actividades para ahorrarlo en su propia cooperativa.
5) Que los músicos y ejecutantes populares se propongan a través de sus extraordinarias ganancias convertirse en un factor de desarrollo económico en sectores de inversión a través de su cooperativa.
6) ¿Para qué servirían los recursos que acumulen los músicos en su cooperativa? Para ganar intereses, financiarse viviendas a bajos costos, para la salud, fines recreativos, retiro de calidad y para servicios funerarios decentes.
7) También, servirían para ganar un mayor respeto ante la sociedad, aprovechar mejor su talento y el de sus hijos.
8) No se trata solo de los integrantes de combos y orquestas merengueras e intérpretes de música urbana. En esta iniciativa se constituirían las decenas de orquestas y bandas de música de los organismos militares y policiales, de las bandas de músicas municipales, autores independientes y otros que viven de los géneros musicales y que ven crecer su número en la medida que ha ido creciendo la demanda de este oficio con el desarrollo de la industria turística.
Hay dos ejemplos patéticos recogidos por la prensa sobre cómo se inutilizan los grandes recursos ganados por talentos de la música en el país. En uno de los casos, un prominente intérprete del merengue reveló que gastó millones de pesos en la compra de drogas que estaban acabando con su vida; mientras otro majestuoso intérprete merenguero, cabeza de una distinguida banda musical, declaró que había sido timado con diez millones de pesos en una entidad cooperativa que no era de su sector.
Esos recursos, y otros que se dilapidan por ahí sin ningún control, pueden servir para crear una poderosa cooperativa de músicos, autores y demás ejecutantes de la música popular.
Hay que trabajar para que no siga ocurriendo el que haya que hacer colectas para sepultar a un talento musical, ya que su retiro digno lo tendría asegurado a través de su cooperativa. Enhorabuena músicos, autores y ejecutantes de la música popular, llegó su tiempo.