Dirigentes importantes de ambos partidos principales aparecen embarrados malamente en escándalos por corrupción, pero en lugar de renunciar o ser expulsados para que rindan cuentas, sus compañeros (¿cómplices?) inventan mil y un cuentos tristes sobre motivos distintos a los hechos mismos.
Quizás oportunista y extemporánea en boca suya, comoquiera es válida la solicitud del ex procurador general Francisco Domínguez Brito a su PLD para cancelar a Félix Bautista y Víctor Díaz Rúa como secretarios respectivos de organización y de finanzas del partido.
El PRM igualmente debería ocuparse de expurgar a sus malandros.
La extendida corrupción en funciones públicas, distinta a las condenaciones a exbanqueros y otros empresarios delincuentes, casi nunca ha merecido penas judiciales ejemplares –como señaló ayer Circe Almánzar, de la AIRD— y quizás por eso la impunidad estimula su recidiva.
La cúpula empresarial ha sido unida y coherente al exigir y apoyar que se haga justicia en casos del sector privado. Aun habiendo muchísima corrupción empresarial, al menos demuestran a los políticos que purgarse es sano y conveniente.