Contemporización
Tras la pela de lengua de Trump a Zelenski, bajo el creciente imperio de la indecencia en los medios de prensa y las redes sociales, me preguntó un viejo amigo mi opinión sobre un farandúlico con pretensiones presidenciales, sin dudas ilusionado porque Trump hizo fama en televisión y Zelenski fue cómico exitoso en su sufrida Ucrania.
Le respondí que el personaje criollo al que se refería, a mi juicio es “un convicto narco que creó un nicho mediático apelando a los sentimientos de mayorías marginadas y ágrafas, en base a apoyo publicitario de empresarios inconscientes que ahora deben lidiar con el monstruo que crearon”.
Entonces requintó: “¿Y qué hemos hecho o dejado de hacer para que esto suceda o no?”. Respondí con una palabra: contemporizar.
Significa acomodarse sin hacer oposición o resistencia a quienes con vulgaridad y zafiedad procuran romper aspectos morales del orden público, en procura de que su aquiescencia facilite algún fin particular como resultado.
La falta de criterio de quienes deberían ser líderes o patrocinadores de la opinión pública facilita o estimula esa contemporización.
Explicarlo es sin dudas más fácil que hallar los timbales necesarios para abandonar la cómoda pasividad que, de continuar sin mayor contrariedad, será más destructiva que todos nuestros demás problemas sociales juntos.
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