Frederich E. Bergés
En un periplo reciente por España tuve el placer de poder conducir por más de mil kilómetros en sus carreteras y en algunas de sus ciudades.
Y digo placer por que fue notoria la observación generalizada de respeto por las diferentes reglas y disposiciones para el tránsito. Y ni hablar de las señalizaciones que hacían más fácil encontrar los destinos y difícil perderse. Pero tan placentera experiencia también tuvo sus momentos de oscuras sombras.
La felicidad de conducir en un entorno respetuoso y ordenado tuvo un alto en las dos ocasiones que a lo largo del viaje visité una estación de expendio de combustible. El vehículo que conducía era de combustible diésel, y al acercarme al dispensador, me asombré al observar que cada litro de se vendía a 2.017 euros.
Si consideramos que cada galón equivale a unos 3.78 litros, tendríamos que pague unos 7.62 euros por cada galón.
Siguiendo el ejercicio de canje, recordé que cada euro me había costado unos RD$60.00, con lo cual llegué a la conclusión de que cada galón de combustible diésel me estaba costando unos RD$457.20! Si comparamos ese valor con el costo al detalle de cada galón diésel premium aquí cuesta unos RD$241.10, fue fácil entender que el mismo combustible en España me costaba unos RD$216.10 más que en mi propio país.
Esta diferencia facilita entender por qué observaba unas campañas en los diferentes medios exhortando y dando consejos para el ahorro de combustible.
Ese valor explica la proliferación de vehículos de bajo consumo y alto rendimiento, de tamaños que consideraríamos pequeños en nuestro lar. Y esos precios también ayudan a entender el excelente servicio público de transporte en autobuses urbanos e interurbanos, al igual que el Metro y el sistema ferroviario español.
¿Concluyo cuestionándome si al mantener nuestros combustibles subsidiados como en la actualidad, estaríamos incentivando el dispendio, evitando la mejoría en el transporte público, proliferando el transporte individualizado en vehículos de alto consumo y haciéndole el juego al populismo económico?
