SANTO DOMINGO.- La cantautora y violinista venezolana Constanza Liz, radicada en República Dominicana, presentó en el salón de eventos de M33 Estudio de Audio su más reciente producción discográfica titulada Esencia y raíz, en un concierto inmersivo que se convirtió en una experiencia sensorial y emocional para todos los presentes.
Desde el primer acorde, se sintió que no era una noche cualquiera. La atmósfera se llenó de una energía especial, casi mística, en la que la voz, el violín y la sensibilidad de Constanza se fundieron en una sola vibración. Fue un encuentro con lo más puro del ser, una comunión entre la artista y su público, donde la música se transformó en un lenguaje espiritual.
Inicio
El concierto abrió con Vivo, una declaración de existencia y gratitud que marcó el tono de toda la
velada. Luego, con Amapola, un homenaje delicado a Juan Luis Guerra, Constanza mostró su capacidad para reinterpretar lo conocido desde la intimidad de su estilo. La fusión entre lo clásico y lo popular fue el hilo conductor de un repertorio lleno de matices y emociones.

Acompañada por los músicos Gustavo Medina, Samuel Paredes y Daroll Méndez, la artista logró un sonido orgánico y envolvente, donde cada instrumento dialogó con su voz y su violín. Las texturas sonoras invitaron al público a cerrar los ojos y dejarse llevar por un viaje interior.
Un momento muy especial fue cuando interpretó su tema Motivo una colaboración con la joven cantante dominicana Ivana Loyola.
Uno de los momentos más conmovedores de la noche llegó con La docella de mi jardín, una pieza interpretada junto a su madre, Jakelín Liz, que evocó ternura, raíces familiares y una profunda conexión entre generaciones.
Fue una escena de amor y legado que tocó las fibras más sensibles de quienes presenciaron el encuentro.
El set continuó con temas originales como Hoy quiero, Eres tú y Descubriéndome, canciones que revelan la faceta más introspectiva y luminosa de Constanza Liz. En ellas, la artista explora la identidad, el amor, la gratitud y la búsqueda interior, con letras que nacen desde la honestidad y melodías que acarician el alma.
El público, inmerso en ese universo poético, respondió con silencios atentos y aplausos sinceros. Más que un concierto, fue una ceremonia musical en la que cada nota parecía tener un propósito espiritual.
Repertorio
Otros temas
Paramero soy, O vento y Todo este campo es mío añadieron diversidad y color al repertorio, con matices de folklore venezolano, ritmos iberoamericanos y una clara influencia de la canción de autor.