Consenso para resolver dificultades

Consenso para resolver dificultades

Consenso para resolver dificultades

Roberto Marcallé Abreu

Confrontamos, en sentido general, un generalizado estado de inquietud y nerviosismo que en nada favorece la convivencia ciudadana.

Esta convivencia resulta esencial para concretar y concertar soluciones a las dificultades y problemas.

Eventos como la reestructuración fiscal, definitivamente inaceptable tal y como fue concebida, la irreflexiva actitud de aplicar criterios discriminatorios como reducir la validez temporal de la licencia de conducir, el agobiante e interminable problema haitiano, la delincuencia, el costo de la vida y las cuentas a pagar por los servicios públicos, son situaciones que mantienen en un estado de conflicto a quienes anhelan el progreso, la paz, la seguridad y solución de las dificultades que agobian a amplios segmentos ciudadanos.

Las contrariedades se acumulan mientras las soluciones se dilatan o son objeto de expectativas o esperas interminables.

Es preciso insistir en el hecho de que el gobierno que preside Luis Abinader ha realizado esfuerzos descomunales orientados a normalizar el país, enfrentar los problemas y ofrecer soluciones viables. Pese a estas iniciativas aún no hemos superado un ámbito de tropiezos e intereses encontrados en los que las soluciones se visualizan como poco viables.

Los debates parecen interminables. Concebimos las soluciones expuestas o planteadas como complicadas. A pesar de los avances logrados en estos últimos años, vivimos como, estáticos, con pocas o contadas alternativas.

Insisto que, tal y como ya se ha hecho, es preciso acudir a expertos que nos asistan en la formulación de esquemas macro y micro, a fin de disponer de las herramientas teóricas y prácticas imprescindibles para confrontar un sinnúmero de dificultades que se nos figuran como abrumadoras. Cerremos los ojos y pensemos en el irresuelto problema del tránsito, para sólo citar un ejemplo.

La situación nos obstaculiza dejar de lado numerosos problemas más o menos urgentes: “Hay que intervenir La Caleta” (Listín diario, 31 de octubre).

“Ni las sanciones disuaden a los malos conductores” (Hoy). “Diez millones en multas por cruces zona restringida”. “Acceso a medicina, principal negación derecho a la salud”.

“Casi un 20 por ciento de conductores alcoholizados durante plan piloto en avenida Churchill” (El Día). “Registran personas con enfermedad degenerativa”. “Migración repatria 37 mil 985 haitianos en 17 días” (Listín). “Escuela de La Caleta es criadero de vacas y chivos”. “Registran 19 asaltos en octubre en SD». “El gobierno apuesta a reducir la burocracia”. “La violencia familiar y social deja nueve muertos en tres días” (Diario Libre).

Vivimos un concierto de problemas de diversa naturaleza. Sólo con la disposición y acuerdo de las mejores voluntades y la implementación de programas viables y definidos podremos enfrentar a un estado de cosas que, por momentos, amenaza con alterar aún más el imprescindible equilibrio y la paz social a los que todos aspiramos.

Es vital que las mejores voluntades expongan al Ejecutivo, a título de colaboración y consenso, disposiciones que contribuyan a deshacer distorsiones y mal entendidos.

Es de todos que depende que el país se oriente en el mejor de los sentidos posibles, descartando ideas y planteamientos que afectan gravemente a quienes habitamos esta media isla.

Pienso en estos momentos en aquellas reuniones de búsqueda de consenso de la Comisión Nacional de Desarrollo durante los gobiernos de Joaquín Balaguer. ¿Sería una idea útil rehabilitar aquella práctica ahora en desuso?