La búsqueda a veces imposible o irracional de consensos es un error. Jamás podrá consensuarse con falsos sindicalistas liberalizar el negocio del transporte de pasajeros y carga.
Ni con el sindicato de maestros su obligación de cumplir con la instrucción de sus alumnos.
Ni con claques pseudo-ambientalistas la necesidad de aprovechar nuestra riqueza minera. Ni con quienes no pagan la luz que deben hacerlo y cesar su robo de ese servicio.
El disenso, en cambio, informa mejor a los ciudadanos y expone claramente las alternativas ante cada asunto público cuya atención encargamos a los políticos.
El disenso ayuda a demostrar cuan dañino es el mito de que cualquier problema es insoluble porque enfrentarlo representa algún impagable costo político.
Fortalece las amistades y el respeto entre personas con diferentes ideas cuando es expresado de forma respetuosa, constructiva y amable, dejando margen para el entendimiento recíproco.