El 2 de diciembre de 1823, hace casi 200 años, el quinto presidente de los EEUU James Monroe, en su famoso discurso al Congreso sobre el “Estado de la Unión”, dijo, sobre todo, para atención de los europeos colonialistas del momento, “no hay tierra sin dueño en América”.
De ese mismo discurso y de algunas interpretaciones futuras, surge la famosa “Doctrina Monroe” del Derecho Internacional, no obstante, a lo que me voy a referir no es a eso en esta reflexión, sino a que si hace 200 años, no había tierra sin dueño en América, hoy, tercer milenios, Siglo XXI, año 2023, no hay tierra sin dueño en el planeta.
No obstante esa verdad, reconocida por la comunidad internacional, lo que sí existe es más de un dueño reclamando un mismo territorio (tierra, mar y aire), lo que genera conflictos fronterizos, limítrofes, que sin lugar a dudas deben resolverse, si queremos avanzar hacia la paz perpetua, si queremos unirnos para lograr la comunidad de destino compartido que merece la humanidad.
Entre esos conflictos los más destacados y a los que debemos prestar mayor atención son.
La disputa territorial y política entre Israel y Palestina (involucra mundo árabe). El conflicto tiene raíces históricas y religiosas profundas, y ha resultado en numerosos enfrentamientos armados y diplomáticos a lo largo de los años, sobre todo a partir de mayo de 1948 cuando Israel proclama su independencia.
India y Pakistán, desde que obtuvieron su independencia del Reino Unido en 1947, reclaman la totalidad de Cachemira y han librado varias guerras y conflictos armados sobre la región.
Entre India y China, con disputas por cuestiones fronterizas y territoriales, así como con rivalidades geopolíticas. Se iniciaron también después de que la República Popular China (RPCh) fue proclamada el 1 de octubre de 1949, aunque formalmente en 1962, cuando estalló una guerra fronteriza en el Himalaya. Todavía se mantiene y afecta notablemente las relaciones entre los dos gigantes asiáticos.
Por otro lado, existen disputas territoriales entre China y varios países vecinos, incluidos Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunei, sobre las reclamaciones de soberanía en el Mar del Sur de China.
Pero igual se debe mencionar el de Argentina y Reino Unido por Las Malvinas, Japón y China por unas islas (Diaoyu o Senkaku), Chile y Bolivia por la salida al mar de Bolivia, Japón y Rusia reclaman soberanía de las Islas Kuriles, Grecia y Turquía tienen desacuerdos en torno a la soberanía y derechos de exploración en el Mar Egeo.
El reclamo territorial de los Kurdos, entre otros, que quizás se nos escapan. Además, el conflicto del momento, entre Rusia y Ucrania por Crimea.
Mi humilde punto de vista es que los países involucrados deben buscar salida diplomática a esos conflictos, primero entre ellos de manera bilateral, pero si no llegan a un acuerdo, entonces utilizar el Derecho Internacional y sus instituciones.
El concepto de autonomía, bajo la sombrilla del Derecho Internacional, es una herramienta que será de mucha utilidad.
Creo y aspiro que se imponga la sensatez, lo que traerá un futuro promisorio para la humanidad. Adelante.