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El poeta satírico romano Juvenal dijo que “confiar en todos es insensato; pero no confiar en nadie es neurótica torpeza”.
El primer paso en el camino de la confianza radica en que confiemos en nosotros mismos. Vamos a colocarlo en forma ilustrativa: a un pájaro en un árbol nunca le asustaría que se rompa la rama en que está posado porque su confianza no radica en ella, sino en sus propias alas.