Hay muchos que creen que todas las críticas que se le hacen al gobierno tienen motivaciones políticas. Más aún, hay otros que creen que en este momento las críticas deben dejarse de lado.

Ni uno ni otro razonamiento están sustentados en la razón.

Lo cierto es que cuando se jura servir a cualquier nivel, se jura para hacerlo en los buenos y en los malos momentos, y con ello, para los aplausos y los abucheos.

Todos, absolutamente todos, tenemos miedo. Unos más que otros, pero lo cierto es que nadie tiene su vida asegurada en este momento. Estamos frente a un virus nuevo del que no sabemos casi nada, y del que no hay vacuna.

Cuando estas letras salgan publicadas los muertos estarán rondando los 170,000 a nivel mundial, nuestra patria alcanzó 200 de esos y sigue en aumento.

¿Qué quiere un ciudadano cualquiera en este momento? Sentirse resguardado, creer que si lo alcanza el infortunio, se hará lo posible por salvarlo. Y eso no se está logrando.

En la pasada semana, el mensaje de control sobre la situación por parte de las autoridades fue no menos que difuso.

¿Cómo es posible que un ministro de salud, ante la pregunta de una periodista, declare que solo trabaja con pruebas de Covid -19 donadas, para al otro día declarar que tiene miles propias?

¿Cómo es posible que ese mismo ministro, declare que se han realizado unas 13,000 pruebas, y horas después el presidente de la república declare que son unas 40,000?

Alguien dirá que eso fue explicado, supongamos que aceptemos la explicación ¿Por qué hay que explicar lo que debería estar meridianamente claro?

Esto es un tema de vida o muerte donde no hay margen de error, el correcto manejo de cifras y datos es vital para planear estrategias, disponer recursos, priorizar las compras, etc.

Hay muchas interrogantes que podrían alimentar estas líneas, incluyendo un marcado protagonismo de gente que por el momento parece más capaz que el gobierno, y que me reservo precisamente para que no se entienda que hay un trasfondo meramente político en externar esta preocupación.

El Covid-19 produce la incapacidad de respirar, y lo cierto es que ahora no se respira, pero otra cosa: confianza.