Daris Javier Cuevas
El factor confianza para cualquier sistema económico se convierte en el eje fundamental para impulsar el dinamismo de la actividad económica y facilitar las transacciones con eficiencia entre las empresas y los consumidores, lo cual resulta muy favorable para las recaudaciones tributarias que requiere el gobierno.
Y ha de ser así, y no de otra manera, en la inteligencia de que existe una relación directamente proporcional entre la confianza, el impulso de la inversión, la formulación de políticas efectivas, el grado de optimismo de los consumidores y el crecimiento económico.
También, se interpreta un vínculo armónico e indisoluble entre el factor confianza, el tejido social y personal para auspiciar el desarrollo económico, en consecuencia, se gestan los canales que favorecen la legitimidad del poder y su construcción. Para la economía, la confianza es una de las variables trascendentales capaz de incidir en las grandes decisiones económicas de empresas y particulares, siempre que haya un respeto por lo institucional.
Los economistas al referirse al factor confianza siempre tienen presente la sesuda reflexión del ilustre pensador de la economía, John Stuart Mill, de que “La ventaja para la humanidad de poder confiar unos en otros penetra en todos los rincones de la vida humana: lo económico es quizás la parte más pequeña, pero incluso es incalculable.”
Esta frase lapidaria fue construida y difundida en 1848 en su libro sobre principios de economía política, cuya validez y comprobación han sido invariables hasta la actualidad.
El factor confianza es parte del proceso anímico que tiende a incidir en la economía a escala planetaria y que la hace dinámica en el contexto de un conglomerado que tiene el potencial de provocar fortaleza o hacer que la economía y las finanzas de un país puedan tambalearse.
Pues cuando la confianza se pierde, esta tiende a resquebrajar las empresas y la actividad económica, afectando el sistema bancario, en particular el crédito.
Resulta de gran importancia precisar el hecho de que corresponde a los gobiernos generar un clima de confianza, transparencia y estabilidad con la finalidad de que la desconfianza no se apodere de los agentes económicos y la conducta de los ciudadanos. Se trata que si la percepción de estos es la baja confianza, la misma influye sobre las inversiones y el consumo, respectivamente, frenando a ambos.
Ya se sabe que el factor confianza cuando se trata de la conducción de la economía, es aplicable a la consideración que se estima deben tener la instituciones publicas de que han de ser capaz de actuar de manera creíble ante cualquier situación adversa.
Es por tal razón que se sostiene el criterio de que el gobierno no tenga alguna incidencia sobre la política anti inflación que lleve a cabo el Banco Central, en el entendido de que la entidad emisora debe gozar de credibilidad y confianza.
Es en ese contexto que se observa que en los procesos electorales se requiere que el banco central de un país se concentre en la conducción de la política monetaria evitando cualquier sospecha de contaminación del proceso electoral.
Así, el debate en el ámbito económico ha de girar alrededor de la efectividad de la política macroeconómica y dentro del mismo, el aislamiento de las autoridades monetarias que nunca deben ser ente activo ya que se entiende que en un esquema donde el banco central goza de la suficiente autonomía para llevar a cabo una política monetaria efectiva y anti inflacionaria, mezclando esta con los procesos electorales, ya que sería la mejor forma de incrementar el riesgo en la economía.
Para lograr la confianza en la economía es necesario que el gobierno asuma la prudencia y la responsabilidad como norma para conducir la economía por una vía despejada de la incertidumbre y los nubarrones grises.
Si se quiere promover un sistema económico y un sistema político fuerte, es conveniente actuar de manera equilibrada teniendo presente el respeto adecuado a la Ley y a la constitución, las cuales son cruciales para que en una sociedad se eleve la confianza a su máxima expresión, pero de resultar la imposición de las malas acciones, entonces, se crean las condiciones para invocar el abuso de poder.
Cuando en una economía se practican los contratos con transparencia, máxime cuando involucra al gobierno, estos tienden a promover la confianza. Sin embargo, cuando estos se ejecutan sin la debida transparencia, se le da una estocada mortal a la oportunidad de promover la confianza y al desarrollo de la democracia.
En la actualidad, en la economía dominicana la confianza parece disolverse de una manera misteriosa y rápida, fruto de que el propio gobierno, de una manera afanosa, ha venido tomando acciones que marchitan el factor confianza.
Los ejemplos que fundamentan esas afirmaciones abundan, pero con tan solo observar el tratamiento a la termoeléctrica punta catalina, el deterioro en los servicios públicos, la aplicación de los criterios sobre la alianza publico privada y la renegociación por adelantado con AERODOM es mas que suficiente para ver como la poca transparencia ha ido ganando terreno y deteriorando la confianza, aunque los ejemplos sobran, lo cual es una exposición al riesgo de la economía y la estabilidad macroeconómica.