Recuerdo que sabios maestros decían que nada es más cobarde que un dólar. Siempre huye hacia donde hay más seguridad; cuando no, busca resultados especulativos y de alto riesgo.
En casi todas las economías con bancos centrales con capacidad de influir en los precios y la estabilidad, desde hace meses se está procurando combatir la inflación que causaron las masivas emisiones por la pandemia, mediante alzas del interés financiero.
El Banco Central ha logrado una filigrana: mantener el valor del peso sin cambios dramáticos ni súbitos. Empero, las reservas netas bajaron de casi US$15,000 millones en su pico en marzo a US$13,920 millones en junio, ligeramente por encima del promedio del 2022.
Posiblemente sigan los aumentos de las tasas de interés pues el mercado exhibe una liquidez mayor al promedio del segundo trimestre.
Con tantos factores externos afectándonos (disrupción de la cadena de suministros, alzas petroleras, escasez de alimentos, materia prima y maquinaria), el principal factor de la imprescindible estabilidad económica del país es la confianza. Todos, no solo el gobierno, debemos preservarla.