El narcotráfico es una de las prácticas ilegales más dañinas y perversas que padece la humanidad desde hace ya mucho tiempo.
El consumo y los efectos de las drogas prohibidas han hecho un tremendo mal sobre el cerebro, la mente y la práctica de millones de ciudadanos del mundo, principalmente jóvenes y de edad más adulta.
La búsqueda, tráfico y consumo de las drogas prohibidas nos habla de una enorme cantidad de personas víctimas de un vacío y frustración existencial que parte el alma. La mala estructuración del mundo no puede ser un factor ajeno a este terrible mal.
En nuestra consideración, son muchos los grandes poderes confabulados para que el consumo y el narcotráfico no vayan en descenso sino en pleno crecimiento.
Me mueve a serias dudas que los Estados Unidos, siendo un ultra poderoso país que ha desarrollado las más sofisticadas tecnologías de seguridad, permita que a diario entren a su territorio toneladas y toneladas de cocaína y otros estupefacientes.
Y es obvio que esa gran entrada es posible porque en ese país hay una colosal demanda.
En lo que concierne a la República Dominicana, tengo la certeza de que no es posible para ninguna organización de traficantes mover 10 mil kilos de cocaína al mes sin que hayan grandes figuras del estamento militar que lo permitan y se beneficien de esta práctica.
Con frecuencia, al ser identificadas personas relacionadas con en el tráfico o en el lavado, se hace del conocimiento público que esa persona había sido detenida por su involucramiento con los referidos actos, sin embargo aparecen de nuevo operando en actividades de la misma especie.
Esto nos dice que en nuestras estructuras judiciales hay, y parece que son muchos, quienes proceden a su exoneración de culpables, naturalmente por jugosas compensaciones económicas.
Y qué decir de nuestros partidos políticos, en que varios de sus líderes han aparecido posando en fotos con narcotraficantes, que expresan una graciosa relación. Ya son varios los congresistas de la República que están siendo investigados en el país y fuera de él por su práctica del narcotráfico, y es de suponer que son muchos más los que aún no han sido identificados.
Esta situación, de que varios partidos acepten en sus planchas para las curules personas de esta calaña, nos dice que para estos partidos la cuestión de la ética está de vacaciones, y de que en efecto “por la plata baila el mono”.
No nos llamemos a engaños, en esta cuestión del narcotráfico hay altos poderes confabulados, poderes presas del encantamiento por tener, a cualquier precio, porque para ellos la razón de la existencia es acumular riquezas materiales en cada vez mayor proporción, caiga quien caiga.