Tuve el privilegio de servir de vocero de los hombres y mujeres que, en un hermoso acto celebrado en Casa de Teatro, presentaron la precandidatura presidencial de la profesora María Teresa Cabrera.
Se trata de una propuesta a la sociedad y al mundo político en la persona de una mujer con sobrados méritos y las suficientes condiciones para ostentar la representación que se le otorgue. Fruto de un hogar fundamentado en valores y virtudes, María Teresa es mujer laboriosa y de conducta recta en la vida personal y la vida pública.
Por muchos años ha ejercido el magisterio al cual ingresó por vocación, lo sigue ejerciendo en niveles de alta docencia. Militante sin desmayos en las luchas por las reivindicaciones y la dignificación de la condición del maestro; la historia de la Asociación Dominicana de Profesores –ADP- registra el período en que María Teresa Cabrera ejerció la presidencia, como uno de los más brillantes en la existencia de esa importante asociación.
Mujer de horizontes amplios, ha sido partícipe de primera línea en importantes jornadas en favor del país, como las grandes movilizaciones por el cuatro por ciento del presupuesto nacional para la educación y en las multitudinarias movilizaciones de la Marcha Verde contra la corrupción y la impunidad. Allí se le vio caminando junto al pueblo y orientándolo de viva voz desde las tribunas.
En batallas cívicas, lo mismo que en las luchas políticas propiamente dichas, se ha forjado su imagen y la popularidad que todos le reconocemos. Participó activamente en la lucha por poner fin al largo dominio peledeísta y por un cambio político necesario para seguir avanzando hacia nuevas y más avanzadas metas.
Ese cambio se alcanzó en una alianza amplia que se tornó indispensable. Pero como el gobierno actual no es el que corresponde a los fines últimos que las fuerzas más avanzadas postulan, ahora, en una situación política más favorable toca a tales fuerzas reafirmar su identidad, ocupar su propio espacio y seguir la brega por alcanzar sus propias metas.
Es el momento histórico para que esas fuerzas se repongan, crezcan hasta convertirse a la postre en una opción de poder. María Teresa tiene las condiciones para encarnar esa aspiración y su precandidatura es un llamado a todos, revolucionarios, demócratas, patriotas, a cerrar filas junto a ella, en la seguridad de que ni el sectarismo ni la mezquindad encontrarán albergue en María Teresa ni en quienes nos coloquemos bajo su nombre.