A Iván Rodríguez y El Bacho, dos inclaudicables, que siempre estuvieron del lado de los palestinos y de todos los pueblos en lucha.
La brutal ofensiva de Israel contra los palestinos en la Franja de Gaza es una clara muestra de las atrocidades de que es capaz el hombre, pero tan bien del doble rasero que caracteriza a las grandes potencias que sin miramientos apoyan semejante acción.
Nadie en su sano juicio podría justificar la muerte de personas inocentes a manos de las milicias de Hamás, durante los hechos del pasado 7 de octubre. Sin duda se trató de un acto terrorista que costó la vida a más de 1,400 israelíes que nada tenían que ver con la represión de su gobierno contra los palestinos. Hamás puede asumir la acción como una respuesta legítima contra sus opresores, pero se trató de una barbarie, un acto criminal, injustificable.
Sin embargo, la respuesta de Israel resultó desproporcional e inhumana. Los bombardeos indiscriminados no son otra cosa que terrorismo de Estado.
Es cierto que cada nación tiene el derecho a la defensa, al contraataque, pero disparar con un tanque de guerra o lanzar misiles contra civiles, incluidas familias enteras que intentaban alejarse de la zona del conflicto es un crimen de guerra.
Los sionistas que hoy gobiernan Israel está cometiendo un genocidio que no tiene nada que envidiar a los crímenes de los nazis contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
El gobierno ultraderechista de Benjamín Netanyaju está llevando a cabo una limpieza étnica en Gaza, bajo pretexto de liquidar al grupo de Hamás.
Disparar contra hospitales, escuelas y refugios es un crimen de lesa humanidad tan horroroso que hasta la Organización de las Naciones Unidas reaccionó alarmada y pide un cese el fuego inmediato. Hace tiempo que la sangre llegó al río.
La sed de venganza de los halcones parece insaciable. Pero cuánto durará esta danza macabra, esta orgía de sangre, este maldito beso de la muerte ante la mirada indiferente de gran parte del mundo “civilizado”.
Los muertos en la Franja de Gaza sumaban 10 mil el lunes; y más del 70 % son mujeres, niños y ancianos. Hay más de 25 mil heridos.
Entre las víctimas mortales hay 4.104 niños; esto significa que debido a los masivos bombardeos del ejército israelí, en Gaza muere un niño cada diez minutos.
Otro dato, de los más de 10 mil muertos, 2.641 son mujeres, según el portavoz del ministerio de Salud en Gaza, Ashraf al Qudra.
Los soldados son formados para la guerra, pero bombardear un hospital o lanzar misiles contra ambulancias cargadas de niños heridos es un acto de cobardía.
Israel podrá aplastar la resistencia palestina por un tiempo, pero luego la verán reproducirse, quizá con más fuerza.
¿Qué parte de la humanidad puede poner un alto a esta monstruosidad? El odio y los abusos jamás han conducido a la paz. Todo lo contrario.
Ni Hamás hará que desaparezca Israel, ni los sionistas de Tel-Aviv lograrán borrar del mapa a Palestina. Debe imponerse la razón. Basta ya de derramamiento de sangre en la, alguna vez, llamada tierra de Dios.