Porque: “El pueblo y solo el pueblo,
es la fuerza motor de la historia”
No hay buena fe en América. Ni entre
los hombres ni entre los Estados. Las
Constituciones son libros, los
Tratados papeles y las elecciones
Batallas.
Simón Bolívar.
En la vida todo se mueve armoniosamente dentro de su elemento, sin que muchos observadores puedan comprender en su inicio, el cómo y el porqué; aunque luego, a su tiempo, se van develando los intríngulis del asunto que cual rayo, su relámpago y trueno, asombran al más descreído. Particularmente siento estar de duelo, ese dolor que se siente por la pérdida de un ser o cosa querida, a sabiendas de que ese sentir se mueve a su propio ritmo y en cada uno es diferente, dependiendo del origen y desarrollo de ese cariño. Sí, es un duelo porque siento que la institucionalidad a muerto, y la santificación del descaro y del odio nos domina.
Es posible que mi escasa cultura sea la culpable de este padecimiento, de esta incapacidad para discernir entre las cosas que dicen, veo y padezco. Día y noche me hacen creer que vivimos en una Democracia en tanto discurren miles de cosas que me dicen lo contrario. Estoy tan confundido que en ocasiones me parece que los historiadores, muy profesionales y posiblemente mucho más apasionados, al escribir nuestra historia o diario vivir, simplemente se han equivocado.
Y tratando de hacer un símil con nuestra situación política, las coincidencias me abruman aún más. El derrumbe de la Institucionalidad y las consecuencias de ese hecho son cada vez más palpables. Los políticos, más que inteligencias, llenos de argucias, elaboran discursos rimbombantes para esas masas estólidas e ignorantes que solo sirven para carne de cañón, pero que en su mente se consideran duchos, aglutinando una opinión pública malévolamente distorsionada de la realidad y la pura verdad. Es lo que me ha dado por llamar, un tigueraje barrial político, que por un trago y una cajita venden y hacen otros vender hasta su alma.
Estamos viviendo de paradojas en paradojas, llenos de absurdos que más tarde o temprano se resuelven, la luz sale a flote, y la verdad, cual si fuera un Dios, se hace realidad, se materializa. Escuché que Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba entre otros, viven en Democracia y de ahí me vino hacer el símil entre esas “democracias” y la nuestra. Caramba, cuantas coincidencias convergen en una misma palabra: Democracia.
Todo lo distorsionan y las palabras en sus labios adquieren otro sentido, así son estos políticos. Si este sistema es una democracia, entonces tendremos que repasar la historia y hasta decir que Trujillo fue un demócrata. En los países antes mencionados una sola figura dispone el destino de esos países y se hacen llamar democracias, algo muy parecido a lo que acontece en esta Nación, si es que aún se le puede llamar de esa manera.
Trujillo hacía elecciones, según he leído, con la condicionante que él designaba quienes iban a competir y quien ganaría. Eran marionetas del sistema, títeres que “mandaban” por designación del voto pero que no comandaban. Es posible que quizás, en el momento que usted este leyendo este desahogo, esté pensando que igual cosa sucede ahora, donde el jefe señala y designa quienes van a competir y al mismo tiempo dice quién va a ganar, aunque no encuentre su Balaguer. Y no lo ponga en dudas, estamos viviendo bajo una tiranía, no solo de un partido sino peor, de un selecto grupo llamado Comité, donde el Estado se ha repartido entre amigos y familiares y los disidentes azotados maquiavélicamente por los poderes que el pueblo ha puesto en manos de un Tirano. No somos ni más ni menos que esos países, aunque tergiversan los hechos y las palabras en tanto llegue el 2024, para dar continuidad a esta Tiranía, y con el mismo personaje. Así nomás. ¡Sí señor!