En un país con marcadas diferencias raciales, muchos consideran que el aspecto físico de Bukele fue una carta a su favor.
No será solo el presidente más joven de la historia reciente de El Salvador: para muchos es también el primer mandatario»millennial» de Latinoamérica y el primero que gobierna en su país sin la brújula de los partidos tradicionales.
Nayib Bukele, un político de 37 años, derrocó en la noche del domingo por arrasadora mayoría a sus contendientes del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y de la coalición conservadora ARENA, las dos fuerzas tradicionales que se han repartido el gobierno durante las últimas tres décadas.
Con más del 53% de los votos, Bukele ganó en primera vuelta y con más votos que sus dos oponentes juntos, un hecho poco común en país acostumbrado a las segundas rondas electorales.
Lo hizo bajo las siglas del derechista GANA, una escisión de ARENA salpicada por casos de corrupción a la que se inscribió en el último momento.
«Hemos hecho historia y hemos pasado la página de la posguerra», dijo durante su discurso de victoria.
«Invito a todos los salvadoreños a celebrar la victoria frente al bipartidismo».
Con atuendo juvenil y una activa labor en redes sociales, el político de discurso tajante -que sus admiradores tildan de antisistema- logró quebrar el bipartidismo tradicional que permeó el gobierno de El Salvador desde inicios de los 90.
Bukele llegó a la cima de su carrera política tras ser alcalde de un municipio y, luego, de la capital salvadoreña.
El joven fue expulsado del FMLN en 2017 por discrepancias internas y se posicionó como líder de Nuevas Ideas, un movimiento que no pudo concurrir a estas elecciones por no inscribirse a tiempo, lo que obligó a Bukele a buscar una salida de emergencia.
Walter Araujo, expresidente de ARENA y promotor de Nuevas Ideas, considera que el presidente electo, al no estar vinculado a ese pasado político en el que las opciones oscilaban entre la izquierda y la derecha, ofrece una nueva posibilidad para el país.
«Es un hombre sin prejuicios ideológicos, no mira hacia atrás sino que piensa en construir un futuro diferente para el país», señala.
Pero, ¿cómo se explica que un candidato joven, que asegura que no comparte ninguna ideología y que se presentó sin un programa de gobierno claro, haya conquistado la presidencia del país centroamericano?
Cansancio
El analista político salvadoreño José Miguel Cruz, profesor de la Universidad Internacional de Florida (FIU), considera que las raíces de la victoria de Bukele hay que rastrearlas en la «desilusión» con las organizaciones políticas que han liderado el país hasta ahora.
«Lo que explica el triunfo de este candidato y la fuerza con la que ganó es que la gente está profundamente decepcionada con los partidos tradicionales que se han visto envueltos en escándalos de corrupción y que no han resuelto los grandes problemas que afectan al país», explica a BBC Mundo.
Y es que casi tres décadas después del regreso de la democracia, El Salvador es una de las naciones más pobres y que menos ha crecido de toda la región, además de ser considerada una de las más peligrosas del mundo.
Según varias encuestas, la violencia, junto a la pobreza y falta de trabajo, son actualmente las principales preocupaciones de los salvadoreños y las razones primordiales que los llevan a abandonar el país e intentar emigrar a Estados Unidos.
Ante esas circunstancias, Bukele se presentó como el «candidato del cambio», con un marcado lenguaje anticorrupción que lo ha llevado incluso a prometer la creación de una comisión contra la impunidad, como las que funcionan en Guatemala y Honduras.
«A partir de mañana nos toca a todos empezar a construir El Salvador que todos queremos», dijo durante la noche electoral.
Pero en su ideología aparentemente no definida algunos críticos ven también una vuelta de tuerca hacia tendencias populistas y temen la ausencia de una agenda política.
El giro al «populismo»
En opinión de Cruz, otro factor que fue decisivo en la victoria de Bukele también se ha manifestado en otros países de la región, incluido Estados Unidos.
Y es que, según el analista, el político y empresario salvadoreño es parte de «una generación de populistas» que ha ganado el poder en diferentes países de América.
«Pese a la cercanía de su discurso con la izquierda, en cierto modo, Bukele es el candidato ´trumpista´ de El Salvador, en términos de cómo construye su imagen y cómo logra imponerse a las fuerzas políticas tradicionales por medio de las redes sociales», opina.
«Sus actitudes también pueden ser muy ´trumpistas´ en el sentido de ser muy polarizadas. Suele tener respuestas muy críticas con los que lo critican y usa mucho las redes sociales para atacar a sus adversarios», añade.
Así, en criterio del experto, el político también se inscribe, de cierta forma, en el nuevo modelo de liderazgo regional que ha surgido como respuesta a los gobiernos tradicionales.
El empresario y analista salvadoreño Rafael Castellanos, afín a la derecha, considera difícil encasillar a Bukele como alguien de izquierda o derecha, pero lo define como «un populista clásico que apela a los sentimientos en contra«.
«Aprovecha los movimientos viscerales de la gente descontenta«, destaca.
Las redes sociales
A diferencia de los otros candidatos, Bukele pasó de las pasarelas electorales y escapó de debates, entrevistas y visitas a localidades, pero buscó atención en otro escenario.
Su estrategia para llegar a la presidencia conllevó un terreno que, aunque explorado, nunca había sido explotado de la forma en que ocurrió esta vez: las redes sociales.
Con su experiencia en publicidad, el joven político hizo de Twitter, Instagram y Facebook tres de sus armas para llegar a la población joven.
«Si lo ponemos en perspectiva, las redes sociales jugaron un papel más importante que en el pasado, principalmente porque un candidato como él, que no tenía una fuerte estructura partidaria, tuvo que apoyarse mucho en el uso de ellas para llegar a más personas», considera Cruz.
«Él no tenía el ejército de operadores políticos que tenían los dos partidos tradicionales. Entonces las redes sociales cumplieron la misión de llevar su mensaje, que fue un mensaje muy personalista, muy dado al mensaje corto», agrega.
Desconfianza
Pese a su éxito electoral, los observadores de la política salvadoreña advierten que Bukele se enfrentará a una realidad política complicada.
Y es que pese a su contundente victoria, la elección de Bukele se dio en un ambiente de muy escasa participación electoral, de hecho, la más baja que se ha registrado en el país en los últimos años.
«Si lo vemos en números reales lo que quiere decir es que la mayoría de salvadoreños no votaron en realidad por él, fue una fracción poco mayor de la mitad del electorado la que fue a votar. En esa fracción ganó abrumadoramente, pero eso también implica que tendrá un mandato bastante débil en términos de apoyo popular», considera Cruz.
Según datos oficiales, solo ejercieron el derecho al voto el 51,8% de los electores empadronados.
En criterio del experto, esto no está necesariamente vinculado a la aceptación del presidente electo, sino al propio fenómeno que lo llevó al poder.
«Si lo ponemos en perspectiva, su victoria se debe a ese cansancio con los partidos políticos tradicionales, pero también a la desconfianza en el sistema político en general. Casi la mitad de la población no fue a votar, decidieron quedarse en sus casas. Y ese descontento es una realidad con la que también tendrá que lidiar», señala.
El mandatario también tendrá que gestionar la difícil situación en la Asamblea Legislativa, controlada por ARENA y sus socios.
Para Roberto Cañas, analista y excomandante del FMLN, la clave para los próximos meses será que Bukele se rodee de un buen equipo para gobernar («él va a ser un director de orquesta, necesita un gabinete que tenga competencia para dirigir el país», dice) y de su capacidad de llegar a acuerdos.
«No puede gobernar para la mitad del país, porque hay un sector importante de ARENA que va a ser fuerte oposición«.
«Para salir adelante necesita consensos de país que van a ser entendibles por todos en la medida que llegarán en un momento en que El Salvador sale adelante, o El Salvador entero se hunde», afirma.