Cada navidad, un pueblo relativamente pequeño en Cisjordania se vuelve el centro de atención: Belén.
Y es que según fuentes bíblicas, allí nació Jesús hace dos milenios.
Pero los evangelios del Nuevo Testamento no coinciden sobre los detalles del nacimiento de Jesús en Belén. Incluso algunos ni siquiera mencionan Belén o el nacimiento de Jesús.
Puede que las diferentes perspectivas de los evangelios sean difíciles de reconciliar. Pero como estudioso del Nuevo Testamento, argumento que los evangelios ofrecen importantes visiones grecorromanas de la identidad étnica y genealogía.
Hoy, la genealogía ofrece más conocimiento sobre el historial médico de una familia y ayuda a descubrir miembros familiares perdidos. En la era grecorromana, las historias de nacimientos y reclamos genealógicos se usaban para establecer derechos de gobierno y vincular individuos con alguna supuesta grandeza ancestral.
Evangelio de Mateo
Según el evangelio de Mateo, el primero del Nuevo Testamento, María y José estaban en Belén cuando nació Jesús. La historia comienza cuando tres sabios llegan a Jerusalén siguiendo una estrella que interpretaban como la señal del nacimiento de un nuevo rey.
Continúa describiendo su encuentro con el rey judío Herodes, al que preguntan sobre el lugar de nacimiento de Jesús.
El evangelio dice que la estrella de Belén les condujo a una casa -no un pesebre- donde Jesús había nacido con José y María.
Regalaron a Jesús oro, incienso y mirra. Eran presentes valiosos, especialmente el incienso y la mirra, consideradas costosas fragancias con uso medicinal.
El evangelio explica que, tras la visita José, soñó que le advertían que Herodes quería matar a Jesús.
- Cuando los sabios acudieron a Herodes con la noticia de que había nacido el rey de los judíos, este planeó matar a todos los niños para eliminar la amenaza a su trono. Entonces cuenta como María, José y el niño Jesús huyen a Egipto escapando del intento de Herodes de matar a todos los niños.
Mateo también narra que, tras la muerte por enfermedad de Herodes, María, José y Jesús no regresan a Belén. En su lugar, viajan al norte, a Nazaret, en Galilea, que actualmente es la moderna Nazaret en Israel.
Evangelio de Lucas
El evangelio de Lucas, un recuento de la vida de Jesús escrito en la misma época que el evangelio de Mateo, tiene una versión distinta del nacimiento de Jesús.
Su evangelio comienza con José y María embarazada en Galilea. El viaje a Belén se debió a un censo que el emperador romano César Augusto ordenó para todos los judíos.
José era descendiente del rey David y Belén era el lugar donde le correspondía registrarse. Lucas no incluye un viaje a Egipto, ni al paranoico rey Herodes o sus intentos de asesinar niños. Los sabios tampoco visitan al niño Jesús en su versión.
Jesús nació en un pesebre porque los viajeros tenían ocupadas todas las habitaciones de Belén. Tras el nacimiento, a María y José solo le visitan pastores, también alegrados del nacimiento de Jesús.
Lucas relata que unos ángeles se aparecieron a los pastores y le anunciaron el nacimiento de Jesús. No hay estrella que guía, y los pastores no traen regalos al niño.
Lucas menciona que Jesús, María y José dejan Belén ocho días después del nacimiento y viajan a Jerusalén y luego a Nazaret.
Las diferencias entre Mateo y Lucas son casi imposibles de reconciliar, aunque comparten similitudes.
John Meier, un estudioso de la historia de Jesús, explica que «el nacimiento en Belén no forma parte de un hecho histórico» sino de una «afirmación teológica escrita en forma de narrativa histórica».
En otras palabras, que la creencia de que Jesús es descendiente del rey David conllevó al desarrollo de la historia del nacimiento de Jesús en Belén.
Raymon Brown, otro estudioso de los evangelios, señala que «las dos narrativas no son solo distintas, sino contradictorias en un número de detalles».
Los evangelios de Juan y Marcos
Lo que aún hace más difícil conocer la historia es que ni los evangelios de Marcos y Juan mencionan el nacimiento de Jesús o su conexión con Belén.
El evangelio de Marcos es el más antiguo sobre la vida de Jesús, escrito 60 años después de Cristo.
El primer capítulo dice que Jesús es de «Nazaret en Galilea». Esto se repite en varias ocasiones durante el evangelio y nunca se menciona Belén.
Un mendigo ciego en el evangelio de Marcos describe a Jesús como de Nazaret e hijo de David, el segundo rey de Israel y Judea entre el 1010 y el 970 antes de Cristo.
Pero el rey David no nació en Nazaret ni está vinculado a esa ciudad. Era de Belén. Aún así Marcos no identifica a Jesús con esa ciudad.
El evangelio de Juan, escrito unos 15 o 20 años tras el de Marcos, tampoco asocia a Jesús con Belén. Habla de Galilea como el pueblo de Jesús. De hecho, este encuentra a sus primeros discípulos, hace milagros y tiene hermanos en Galilea.
Esto no significa que Juan no era consciente del significado de Belén. El evangelista menciona un debate donde algunos judíos se refieren a una profecía que reclama que el mesías sería descendiente de David y vendría de ese lugar.
Sin embargo, en el evangelio de Juan nunca se asocia a Jesús con Belén, sino con Galilea y específicamente Nazaret.
Los evangelios de Marcos y Juan revelan que no pudieron vincular a Jesús con Belén o que no sabía que había nacido allí.
No fueron los únicos. El apóstol Pablo, quien escribió los primeros documentos del Nuevo Testamento, consideraba a Jesús un descendiente de David pero no le asociaba con Belén.
El Libro de la Revelación también afirma que Jesús era descendiente de David pero tampoco menciona Belén.
Identidad étnica
Durante la vida de Jesús existían muchas perspectivas sobre el Mesías.
Una corriente de pensamiento judía señala que el Mesías sería el gobernador eterno venido del linaje de David.
Otros textos judíos, como el libro 4 Ezra, escrito en el mismo siglo que los evangelios, y la literatura Qumran, escrita dos siglos antes, coinciden en la misma creencia.
Pero dentro de la biblia hebrea, un libro profético llamado Micah, que se cree escrito alrededor del 722 a.C., profetiza que el mesías vendría de Belén, el pueblo de David.
Este texto es repetido en la versión de Mateo. Lucas menciona que Jesús no solo está genealógicamente conectado al rey David, sino que también nació en Belén, «la ciudad de David».
Los reclamos genealógicos se crearon para importantes fundadores antiguos y líderes políticos. Por ejemplo, el fundador de las colonias griegas en Asia era considerado descendiente de Apolo.
Alejandro Magno, cuyo imperio se expandía desde Macedonia a India, se aclamaba como hijo de Hércules.
César Augusto, primer emperador romano, también fue proclamado descendiente de Apolo. Y un escritor judío llamado Filón que vivió en el primer siglo escribió que Abraham y el padre judío y profetas eran nacidos de Dios.
Al margen de que dichos reclamos fueran aceptados entonces como verdaderos, constituían la identidad étnica de una persona, su estatus político y su derecho al honor. Como explicó el historiador griego Polibio, las conocidas andanzas de los ancestros son «parte de la herencia de la posteridad».
Que Mateo y Lucas incluyeran la ciudad de Belén contribuyó a las afirmaciones de que Jesús era el Mesías nacido del linaje de David. Ambos evangelistas se aseguraron de que los lectores estuvieran al tanto de la conexión genealógica de Jesús con el rey David con la mención de esta ciudad.
Así que hoy, cuando la importancia de Belén se escucha en los villancicos o se muestra en los belenes, el nombre del pueblo conecta a Jesús con un linaje ancestral y la esperanza profética de un nuevo líder como lo fue en su tiempo el rey de David.
Rodolfo Galvan Estrada es profesor adjunto de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Fuller.
Este artículo está publicado en The Conversation y fue traducido por BBC Mundo.