Sin saber cómo ni por qué surgió una empatía, una conexión que hizo que algo fortuito se revelara como un lazo indestructible. Sin planes, sin promesas, sin obligaciones, sin expectativas, algo que se fue dando y fortaleciendo con el tiempo sin darnos cuenta.
No hay apegos malsanos, no hay chantajes, ni manipulaciones, porque así se dan los vínculos sanos en una sincronía donde somos, sin dejar de ser tú y yo.
Puedo expresarme en libertad, sin máscaras, tú puedes acompañarme sin sentirte amenazado ni menos importante. Puedo ser tu cómplice, escucharte, sin competir, porque soy sencillamente y no tengo que demostrar.
Y en este mundo tan vasto, que a veces se torna infinito y donde las posibilidades son múltiples, la esperanza a veces se torna gris, sigo preguntándome ¿cómo nos encontramos?