Francina Illeus y Clairvius: dos personas dadas por muertas y enterradas que reaparecieron años después en sus comunidades.
En febrero de 1980, un hombre entró en la aldea de L’Estere en el centro de Haití, se acercó a una campesina llamada Angelina Narcisse y le dijo que era su hermano Clairvius.
La última vez que vio a este hermano estaba en un ataúd, a punto de ser enterrado, hacía 18 años.
Clairvius se presentó usando un apodo de la infancia que solo los hermanos conocían y recordó cosas que nadie fuera de la familia podía saber.
Así, después de escuchar su historia, los familiares se acostumbraron a la idea de que un ser querido había regresado al mundo de los vivos.
El caso de Narcisse fue solo uno de varios informes en Haití, en el último siglo, de personas que se creía muertas y enterradas y que luego habían reaparecido, en algunos casos alteradas, aparentemente sin voluntad propia, como lo que en la cultura popular se conoce como «zombis».
El caso desencadenó una amplia investigación a principios de la década de 1980 en la que participaron antropólogos, biólogos y científicos de diversas áreas de la medicina en Estados Unidos.
El foco de interés fue una poción misteriosa utilizada por hechiceros vudú en Haití para poner a las personas en un estado similar a la muerte y luego revivirlas.
Los científicos creían que un análisis de esta poción podría aportar nuevas pistas sobre el sistema nervioso, la posibilidad de hibernación humana y tratamientos para enfermedades como esclerosis múltiple.
La diferencia entre el caso de Narcisse y otros informes de zombis en Haití es que su muerte había sido ampliamente documentada.
Fue internado en el hospital estadounidense Albert Schweizer, en Deschapelles, en abril de 1962, sintiéndose enfermo y escupiendo sangre.
Los médicos no pudieron hacer un diagnóstico, pero los registros indican que su estado empeoró y que murió tres días después, a la edad de 43 años.
Muerto y enterrado
El certificado de defunción, firmado por un médico estadounidense y otro haitiano, señala como causa la hipertensión maligna y el edema pulmonar.
Fue enterrado al día siguiente.
El programa de noticias Newsnight de la BBC presentó un largo reportaje sobre el tema en 1984.
En una entrevista con el programa, Narcisse contó que pudo oír a los médicos decir que estaba muerto y escuchar a su hermana y a otros familiares llorar en su propio funeral.
Y eso sin poder moverse ni hablar. Dijo que recordó que lo colocaron en el ataúd, que lo bajaron y lo cubrieron con tierra.
También sintió un clavo del ataúd que perforaba su mejilla, señaló mostrando una cicatriz.
Por la noche, explicó Narcisse, lo sacaron del ataúd, lo revivieron con otra poción y lo llevaron a la granja de un hechicero vudú (el vudú es una religión local, un sincretismo de religiones africanas y catolicismo similar al candomblé y la santería cubana).
El brujo era el mismo hombre que, según él, le había administrado en secreto la poción que lo había puesto en estado de muerte.
La «zombificación» de Narcisse habría sido un castigo, según las tradiciones locales de la religión vudú.
Lo habían castigado por negarse a mantener a los hijos que tenía con algunas mujeres y por negarse a ceder tierras a un hermano necesitado.
Liberación de «zombis»
El reportero de Newsnight también habló con los residentes de un pueblo que habían asistido al funeral de una mujer llamada Francina Illeus en febrero de 1976.
Años más tarde, la policía la encontró vagando por el bosque en 1982 y su madre la reconoció gracias a una marca de nacimiento.
A Francina se le había dado la misma poción como castigo por adulterio.
Narcisse contó que volvió a trabajar después de ser revivido, pero que estaba en un estado semi-catatónico.
En este estado se vio obligado a trabajar durante dos años en las plantaciones del hechicero.
Señaló que «más de un centenar de ‘zombis’ como él» trabajaban en estas plantaciones.
Hasta el día en que uno de los «zombis» mató al hechicero.
Los «zombis» fueron liberados y Narcisse vagó por el país durante otros 16 años antes de regresar a su aldea.
El caso de Narcisse y la investigación que llevaron a cabo los científicos de la poción «zombificante» se relató en el podcast de BBC News Brasil, «¡Qué historia!», presentado por Thomas Pappon.
La ciencia investiga
La historia de Narcisse, publicada en la prensa local, llamó la atención de Lamarque Doyon, director del Centro Mars-Kline de Psicología y Neurología, en Puerto Príncipe.
Doyon entrevistó a Narcisse y su familia y se convenció de que él era quien decía ser.
Doyon se lo comentó a un colega en Nueva York, el prominente y galardonado científico Nathan Kline, quien se dice que es «el padre de la psicofarmacología» por sus descubrimientos pioneros en el tratamiento de enfermedades mentales como la esquizofrenia y la depresión.
Convencido del potencial de la poción utilizada en Narcisse, Kline convenció a otros investigadores en Estados Unidos y recaudó fondos para financiar una investigación en Haití.
El hombre elegido para esta investigación fue un joven antropólogo y etnobotánico canadiense del Museo Botánico de Harvard, Wade Davis.
En 1982 pasó varios meses en Haití entrevistando a hechiceros vudú, recolectando muestras de la poción y sus ingredientes y luego analizando el material en la Universidad de Harvard.
«Cuando traje la mezcla, el primer paso fue tratar de identificar los diversos ingredientes, entre componentes vegetales y animales», le dijo a Newsnight.
«Analizamos las plantas en el Museo Botánico, los animales en el Museo de Zoología Comparada. Y el componente que más llamó la atención fue un pez de la familia de los tetraodóntidos», prosiguió.
«Consulté a tres expertos para averiguar si este pez tenía alguna característica peculiar y los tres se echaron a reír porque este pescado tiene una neurotoxina extremadamente potente en la piel, los ovarios, los intestinos y varios órganos internos llamada tetrodotoxina, un anestésico 160.000 veces más potente que la cocaína«, relató Davis.
Este pez tiene más de 200 especies, incluido el pez globo, llamado así porque hincha el cuerpo cuando se siente amenazado.
Ese era uno de los únicos ingredientes comunes en las diversas pociones que Davis había recolectado en Haití.
El pez es muy conocido en Japón desde hace varios siglos, donde se le llama fugu, un manjar caro pero muy apreciado y con un potencial muy letal.
«Debido a que los japoneses han comido pescado durante tantos años y debido a que varios soldados fueron envenenados en la Segunda Guerra Mundial, existe una extensa literatura biomédica en el país sobre el tema», explicó Davies.
«Entonces pude enumerar todos los síntomas típicos de la intoxicación por tetrodotoxina. Y me impresionó la cantidad de síntomas distintos, más de 20, que coincidían con los síntomas reportados no solo por Narcisse, sino también por los médicos que se ocuparon de él y otras víctimas de la poción «.
«Más adelante encontramos en esta literatura japonesa descripciones de casos que eran iguales a los de la ‘zombificación’ en Haití. De individuos declarados muertos despertándose en la morgue siete días después. O de muertos despertando en vagones, camino a la cremación», añadió Davis.
«Todos ellos fueron víctimas de envenenamiento por fugu… E incluso había casos recientes. El verano pasado, hubo un caso de un hombre que se despertó en el ataúd y estaba bien».
«Parecían estar muertos»
Las muestras traídas de Haití fueron llevadas al Hospital Presbiteriano Columbia, en Nueva York, donde se probaron sus efectos clínicos en ratas y monos.
La droga fue aplicada directamente sobre la piel de los animales. El profesor de neuropatología de la Universidad de Columbia, Leon Roizin, coordinador de estas pruebas, le dijo a Newsnight que «después de seis a nueve horas, los ratones dejaron de responder a estímulos en los ojos, oídos o incluso al dolor».
«Poco a poco, los animales dejaron de moverse. Desde lejos parecía que las ratas habían muerto o estaban en coma. Sin embargo, pudimos ver que respiraban y que su corazón latía.
«Y retraían sus músculos cuando eran estimulados por electrochoques en las extremidades … Algunos de estos ratones permanecieron en esta situación hasta por 24 horas. Pero de hecho, desde la distancia, perecían estar en coma o muertos».
En los monos, mucho más agresivos que las ratas, la droga cambió por completo el comportamiento de los animales en solo media hora.
Estaban en una especie de letargo catatónico, conscientes, pero insensibles al dolor.
Para Wade Davies, el pescado no es el único componente que juega un papel importante en las historias de «zombificación» en Haití.
Otra sería una planta de la familia de las daturas, utilizada tradicionalmente por varios pueblos indígenas de Centroamérica.
La famosa «hierba del diablo«, del libro del mismo nombre de Carlos Castañeda, es una datura.
Tiene propiedades alucinógenas y la intoxicación con la planta puede provocar de todo, desde delirios y alucinaciones hasta desorientación, comportamiento sumiso y apático.
Davis informó sobre sus hallazgos y experiencias en Haití en el libro «La serpiente y el arco iris», un gran éxito de ventas en 1985, adaptado para el cine en 1988 en la película de Wes Craven The Serpent and the Rainbow (traducida como «La serpiente y el arco iris» o «La maldición de los muertos vivientes»).
Actualmente, Davis es profesor de Antropología en la Universidad British Columbia, autor de varios libros sobre culturas indígenas y fue nombrado uno de los «exploradores del milenio» por la National Geographic Society.
Entre tanto, sus teorías sobre la composición de la poción y la «zombificación» fueron bastante criticadas y dividieron a los investigadores.
Científicos estadounidenses examinaron las muestras en 1986 y dijeron haber encontrado restos insignificantes de tetrodotoxina y que «no habría fundamento factual» sobre el papel de la sustancia en la «zombificación».
Por otro lado, científicos suizos identificaron cantidades mayores en las mismas muestras.
El antropólogo cree que el efecto de la poción, así como el de otras drogas, depende de quién la toma y de cómo la toma.
Factores como la expectativa sobre la acción de la droga y el conjunto de las creencias, costumbres y presión social en el que está inmerso el individuo tienen un gran peso en esto.
Clairvius Narcisse, que pasó a vivir con su familia desde su retorno al pueblo, murió en 1994, a los 72 años de edad.