En esto días estuve visitando al médico por diferentes malestares que sentía en mi cuerpo. Cuando llego al médico y le digo: ‘Doctor, tengo muchos problemas: me torcí la rodilla… me pican los ojos… mi dedo está hinchado… tengo dolor de espalda…’, a través de mi lista de quejas, miro mi reloj y digo: no tengo tiempo para escucharlo me tengo que ir. El médico podría decir: ‘Espera, ¿quieres escuchar lo que tengo que decir?’.
Sé que muchos de nosotros hablamos con Dios, pero por los motivos que tengamos nunca nos tomamos el tiempo para prestar oído a lo que él nos quiera decir… es así de simple. Estamos cometiendo en mismo error. Hablamos y no lo escuchamos.
En nuestra relación con Dios debemos de tener un canal de conversación bidireccional, yo hablo, Él escucha; Él habla y yo escucho. Cuando estoy orando, me resulta útil escribir los pensamientos que vienen a mi mente, sabiendo que provienen del Espíritu de Dios. La certeza de que Dios me ha hablado me da seguridad para afrontar mi decisión.
Cambiamos la voz de Dios por los “chatts”. En una época saturada de medios, tenemos muchas voces que nos llegan por televisión, radio, Internet, Twitter, Facebook, Instagram, correo electrónico y mensajes de texto.
¿Cómo escuchas la voz de Dios en medio del ruido y las distracciones de la vida? Escuche la voz de Dios en las Escrituras.
La manera principal en que Dios nos habla es a través de lo que ya ha dicho en las Escrituras: sus ‘enseñanzas y mandamientos’. Al leer la Biblia, ore para que Dios le hable y para que escuche su voz.
Escucha a Dios a través de las palabras de Jesús
Las palabras de Jesús son las palabras de Dios. Dios dice: “Escúchenlo a Él». Cuando lees las palabras de Jesús y las tomas en serio, estás escuchando a Dios.