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Cómo era realmente América antes de la llegada de Cristóbal Colón

BBC Mundo Por BBC Mundo

Cuando Cristóbal Colón llegó al otro lado del Atlántico un 12 de octubre de 1492, el “nuevo mundo” era un lugar complejo, diverso y fascinante.

Al contrario de lo que hicieron creer muchos europeos de la época, el continente estaba muy poblado y acogía sociedades dinámicas cuya sofisticación, en muchos casos, no tenía paragón en Europa.

En América vivían entre 40 y 60 millones de personas, según estimaciones recientes, las cuales hablaban cerca de 1.200 idiomas distintos, agrupados en unas 120 familias lingüísticas, cuenta a BBC Mundo Charles C. Mann, autor del libro “1491 – Una nueva historia de las Américas antes de Colón”.

Desde estructuras sociales igualitarias, pasando por el manejo forestal y el dominio de la ingeniería y la matemática, los pueblos originarios de la región ayudaron a tejer parte del mundo que vivimos hoy.

Como el maíz, un invento mesoamericano que revolucionó la alimentación y se convirtió en un elemento esencial de la dieta mundial.

Tanto es así que “la domesticación y la manipulación genética de plantas es la tecnología más impresionante desarrollada por los indígenas en América”, dice el arqueólogo estadounidense Kurt Anschuetz a BBC Mundo.

Las plantas, entre otras, también son prueba de la existencia de un rico comercio entre el norte y el sur, aunque los arqueólogos aun no saben explicar exactamente cómo plantas domesticadas en la Amazonía, como el tabaco, llegaron a la región de Canadá o el cacao mesoamericano al sur del continente.

En el choque entre los dos mundos que siguió a la llegada de los europeos, se perdieron muchas de las forma de vida y de las estructuras que construyeron, dejando incógnitas que los expertos aun intentan resolver.

Este es uno de los motivos porque es muy difícil encapsular en su totalidad quién vivía y cómo era la extensa América precolombina.

Por eso, en este especial de BBC Mundo nos centramos solo en una selección, hecha con ayuda de antropólogos y arqueólogos, de las culturas más grandes e influyentes del continente justo antes de la llegada de los españoles y los portugueses.

La mayoría dejaron muchas evidencias arqueológicas, a excepción de los pueblos amazónicos. Sin embargo, descubrimientos recientes sobre estos últimos están cambiando lo que se creía sobre la vida en el continente.

NORTEAMÉRICA

Las docenas de culturas que vivían desde el actual Canadá hasta el extremo norte de México solían organizarse en comunidades menos monumentales y más igualitarias que los grandes reinos de Mesoamérica, por ejemplo, y mucho más que las monarquías europeas del siglo XV.

Se estima que aquí había cerca de 5 millones de personas cuando llegaron los europeos.

“Vivían en grupos relativamente pequeños que se juntaban para ayudarse mútuamente, pero ponían limitaciones muy claras al poder de las autoridades”, dice Charles C. Mann.

En algunas sociedades todo tenía que ser decidido bajo consenso y los líderes podían ser destituidos por el pueblo– ideas que impresionaron a hasta teóricos del iluminismo francés en el siglo XVIII.

NORTEAMÉRICA
Haudenosaunee
Culturas misisipianas
Culturas pueblo
Haudenosaunee

Las naciones indígenas Mohawk, Onondaga, Oneida, Cayuga y Seneca formaban los haudenosaunee y vivían en áreas rurales densamente pobladas.

Sus aldeas eran extensas y estaban una cerca de la otra pero no había una capital determinada.

Mapa mostrando la extensión del pueblo haudenosaunee al norte del actual Estados Unidos
Sus aldeas eran extensas y estaban una cerca de la otra pero no había una capital determinada.

“De esa manera, todos estaban más cerca del suministro de comida. En Norteamérica no había animales de carga como el caballo, así que transportar alimentos hacia una gran ciudad era más difícil”, dice Charles C. Mann.

Los haudenosaunee formaban una confederación que se regía por un gobierno con leyes aprobadas por un consejo en que hombres y mujeres tenían poder de decisión, incluso sobre las guerras.

En la práctica, era un gobierno de consenso, creen los expertos, como una democracia sin partidos.

Esto impresionó a los europeos, que cuando llegaron a América aun vivían bajo monarquías absolutistas y sociedades muy desiguales.

 

Ilustración que muestra una reunión de los jefes de las tribus Mohawk, Onondaga, Oneida, Cayuga, Seneca y Tuscarora. Reunión de los jefes de las tribus Mohawk, Onondaga, Oneida, Cayuga, Seneca y Tuscarora; esta última se unió a los haudenosaunee en el siglo XVIII. Imagen de Getty

De hecho, esta es la única nación indígena que oficialmente tiene reconocimiento como un pueblo que influenció la constitución y la forma de gobierno estadounidense.

Charles Mann considera que el parecido entre ambos sistemas políticos es vago, pero cree que hubo un influjo cultural de los haudenosaunee.

“Los europeos encontraron pueblos que no tenían miedo a sus gobiernos, que eran autónomos y que se reían de la idea de que la nobleza era hereditaria. Esas fueron las lecciones importantes que aprendieron de ellos”, dice.

Culturas misisipianas

Las culturas misisipianas eran grupos de ciudades con una religión y una ideología común.

Se extendían por el mediooeste, el este y el sudeste de lo que sería actualmente EE.UU., llegando hasta la frontera con Canadá.

Mapa mostrando la extensión de las culturas misisipianas del mediooeste, el este y el sudeste de lo que sería actualmente EE.UU., llegando hasta la frontera con Canadá.

En su apogeo, poco antes del 1400 d.C., la extensión territorial de esos pueblos eraequivalente a lo que nombramos “cristiandad” en Europa en la misma época. Eso nos da una idea de cuán influyente fue esta cultura en Norteamérica, cuenta Charles C. Mann.

Sus ciudades más importantes tenían conjuntos de montículos de tierra en forma de pirámide o de plataforma, sobre las cuales se instalaban casas y templos.

Entre ellas estuvo la imponente Cahokia — ya deshabitada cuando llegaron los colonizadores — o Moundville, el segundo centro urbano más grande de los misisipianos.

 Pintura que recrea Moundville, con templos y residencias sobre montículos de tierra. En su apogeo, Moundville tenía templos y residencias sobre montículos de tierra, como en esta representación. Crédito: Caleb O’Connor, museos de la Universidad de Alabama

Estas ciudades, más que centros políticos o comerciales, eran puntos importantes para la vida social y mística. Allí hacían grandes festines religiosos y sacrificios en masa, según los hallazgos arqueológicos.

​​Sin embargo, poco antes de la llegada de los europeos, Moundville dejó de ser habitada y se convirtió en un sitio de entierros y peregrinación religiosa.

“Hoy se barajan dos posibilidades: o bien se iban para que las ciudades tuvieran otra utilidad, según dicen los pueblos indígenas descendientes de los misisipianos; o porque se cansaban de la estructura elitista y solo mantenían aquellas donde el poder era compartido”, explica Mann.

Culturas pueblo

Entre lo que hoy es el suroeste de Estados Unidos y el noroeste de México, había más de 20 comunidades con idiomas y etnias distintas pero con una cultura y una religión en común.

Mapa que muestra cómo las culturas pueblo se extendían desde los actuales estados de Colorado, Arizona, Nuevo México, Utah y Nevada hasta los estados de Sonora y Chihuahua en México.
Los españoles les dieron el nombre de “pueblos”, pero algunas de las comunidades eran tan grandes que los primeros registros se referían a ellas como “reinos” y decían que “se extendían hasta donde llegaba la vista”.

Es el caso de Zuni y Acoma, esta última una impresionante ciudad construida sobre una meseta en Nuevo México.

Acoma, visto desde arriba en esta foto de 1927, era uno de los pueblos más importantes de la región cuando llegaron los europeos. Imagen de Getty

“No había una ciudad dominante. Tenemos evidencias de que en tiempos de sequía o hambre se desplazaban de una ciudad a otra y se quedaban años hasta que las condiciones mejoraban en su región. Las culturas aprendían mútuamente y eran comunidades multinacionales”, explica Kurt Anschuetz a BBC Mundo.

Las culturas pueblos también eran unos agrónomos y unos agricultores impresionantes.

Desarrollaron variedades de maíz y tecnología para poder cultivarlas en distintos tipos de suelo, eso les garantizaba alimento suficiente para todo el año y reservas para compensar las malas cosechas.

Aunque en esa época en Europa no había una agricultura tan sofisticada y a gran escala, la técnica y eficiencia de los nativos no impresionó a los colonizadores.

“Los europeos buscaban riquezas minerales y almas para catequizar. Decían que las tierras eran tan fértiles que la gente no tenía que hacer nada, solo sembrar y cosechar. Pero no era así”, concluye Anschuetz.

MESOAMÉRICA

Establecidos en ciudades monumentales y organizados en grandes imperios o en pequeños Estados independientes, los mesoamericanos se parecían más a lo que los europeos identificaban como “civilizaciones”.

Cuando estos llegaron, cerca de 24 millones de personas, según estimaciones, vivían en el corazón de América.

Esta zona fue cuna de innovaciones y avances tecnológicos, lo que hizo que sus grandes ciudades funcionaran mejor que las europeas, según los expertos.

Los pueblos indígenas consiguieron, por ejemplo, desviar el curso natural de ríos, construir lagos impermeables y plantar dentro de balsas flotantes. Usaban el caucho para jugar a pelota y conocían la rueda, aunque no la usaban porque era inútil en sus terrenos irregulares y sin animales de carga.

Aunque los mayas fueron los únicos en el continente en descubrir la escritura de forma independiente, otras culturas mesoamericanas también dominaron la astronomía, las matemáticas o la poesía oral.

MESOAMÉRICA
Imperio mexica
Imperio tarasco
Civilización maya
Imperio mexica

A finales del siglo XV, el imperio mexica (que más tarde muchos historiadores llamarían “azteca”) estaba en su punto álgido.

Las ciudades-estado de Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba habían formado una alianza que tomó el poder de los tepanecas y conquistó la mayor parte del centro y del sur de lo que hoy es México.

Mapa que situa las tres ciudades Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba.

Los mexicas no necesariamente tenían presencia militar en los territorios conquistados, pero obligaban a sus nuevos súbditos a enviarles productos y soldados como tributo.

También se casaban con las hijas de los jefes locales para que sus herederos, educados en la capital, tuvieran el futuro comando de las regiones.

Todo esto les permitía mantener la hegemonía.

“En muchos sentidos, no era un sistema tan distinto a lo que se veía en Europa en esa misma época”, dice a BBC Mundo la etnóloga Antje Gunsenheimer, de la Universidad de Bonn, en Alemania.