Es una realidad que la delincuencia y la criminalidad son alarmantes en la República Dominicana. Coincido con el sentimiento de la inmensa mayoría sobre la mano dura que hay que asumir. Quien sale a las calles a robar con un arma, sale dispuesto a matar, y debería también estar dispuesto a morir.
El que tenga un familiar en esos pasos, que lo aconseje o lo entregue a la justicia, y que entienda que será mejor visitarlo en la cárcel que llevarle flores.
La delincuencia debe ser enfrentada sin la más mínima contemplación.
Pero con la misma energía con la que enfrentamos la delincuencia “común”, debemos enfrentar las causas que generan esa delincuencia: pobreza, precaria educación, falta de oportunidades, desigualdad social, etc.
El crecimiento económico de nuestro país se acumula en las manos de unos pocos, y dicho crecimiento también hace crecer la brecha entre los de arriba y los de abajo.
Es inminente, se hace necesaria una mejor distribución.
También, así como hablamos de “darle pa’ bajo” a los delincuentes (cosa que hasta cierto punto comparto), debemos “darle pa´bajo” a los corruptos, pues son esos los que le roban las oportunidades a nuestro pueblo. Los delincuentes “de arriba” son los culpables de la delincuencia “de abajo”. Y esos no lo hacen ni por necesidad, ni por ignorancia. Lo hacen porque son unos malditos.
Hay que ser duros con los delincuentes de abajo, pero más duros debemos ser con los delincuentes de arriba.