Hugo López Morrobel
Sin quizá, y por un largo trecho, el luchador Jack Veneno, ha sido la figura más carismática en el aspecto recreativo de la República Dominicana en toda su historia, por lo que es de justicia el pedimento de su familia para que se designe con su nombre una construcción deportiva, en especial ubicada en uno de las instalaciones donde realizaba sus espectáculos multitudinarios.
El sitio más adecuado podría ser el Parque Eugenio María de Hostos, donde miles de espectadores se daban cita todos los domingos, pero como este parq ue a está bautizado con el nombre del gran educador, podría buscarse otra opción igual de representativa.
Sus presentaciones en televisión también eran semanalmente cita obligada de la mayoría de la población, en especial cuando enfrentaba al carismático Relámpago Hernández.
No hay duda, que la narración de Silvio Paulino, los comentarios de Ramón Calcaño y las entrevistas de Alberto Tamárez, fueron clave para que su figura lograra otra dimensión.
No ha habido nadie en el país que se pueda equiparar con Jack Veneno en cuanto al seguimiento que le daba la población, que aunque en su gran mayoría sabía que, como en todas partes, la lucha es un show preparado, eso no le quita la tremenda penetración que logró por más de tres décadas.
Ni siquiera Sammy Sosa, en sus mejores momentos en Grandes Ligas, pudo superar la admiración y empatía que logró Rafael Sánchez, nombre real del luchador.
Por lo tanto, el pedido de su familia es legítimo y razonable.
