Bogotá.- Las FARC, la guerrilla más poderosa de América Latina, firmará la paz después de varios intentos fallidos de negociación con diferentes Gobiernos colombianos para poner fin a un conflicto armado de 52 años que marcó al país en la última mitad del siglo XX y comienzos del XXI.
El carpetazo a ese capítulo lo darán el próximo lunes en Cartagena de Indias el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el número uno de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, alias “Timochenko».
Ambos firmarán el “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, negociado en Cuba durante 45 meses y cinco días.
El acuerdo pone fin al conflicto armado con las FARC, que de ser una guerrilla de inspiración marxista-leninista que sembró el terror durante décadas en el país pasará a ser un movimiento político que se disputará el voto popular con el abanico de partidos de la izquierda colombiana.
La paz que ahora saborean los colombianos apareció por primera vez en el horizonte durante el Gobierno del presidente conservador Belisario Betancur (1982-1986), el primero en plantear una negociación que dio como fruto los “Acuerdos de La Uribe” (1984), incluida una tregua que duró unos meses.
También lo intentaron sin éxito el liberal César Gaviria (1990-1994) y el conservador Andrés Pastrana (1998-2002), pero no fue hasta el Gobierno de Santos, que capitalizó los duros golpes militares dados a las FARC por su antecesor, Álvaro Uribe (2002-2010), para convencer a la guerrilla de la viabilidad de una negociación.
«Álvaro Uribe en sus dos Gobiernos y el presidente Santos (entonces ministro de Defensa) desarrollan la ofensiva militar contra las FARC que le va a propinar golpes muy fuertes y que efectivamente cambian el escenario estratégico del conflicto”, dijo a Efe el director del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional, Alejo Vargas.
Antes de llegar a ese punto de inflexión las FARC habían fortalecido su máquina de guerra con el ingreso de ingentes cantidades de dinero producto del narcotráfico, la extorsión y el secuestro, y en algunas regiones puso contra las cuerdas al Ejército con sangrientos ataques durante los Gobiernos de Ernesto Samper (1994-1998) y de Pastrana en plena negociación de paz.
“Los golpes militares que las FARC le propinan a la fuerza pública en los años 90 llevan al Estado a la convicción de la necesidad de una gran reforma militar, que efectivamente es lo que se va a lograr en el marco del Plan Colombia en el Gobierno del presidente Andrés Pastrana”, añade Vargas. El Plan Colombia, iniciativa mediante la cual Estados Unidos destinó más de 9.000 millones de dólares en ayuda militar al país entre 2001 y 2016, fue decisivo para inclinar la balanza militar del lado oficial.
En opinión de Vargas, la negociación de paz durante el Gobierno de Pastrana fue “una distracción de las dos partes”, pues “ni Pastrana ni las FARC estaban en serio negociando”, sino ganando tiempo, “el uno para la reforma militar (que dio frutos con Uribe) y el otro también para hacer la reingeniería de sus frentes, para una nueva fase de la confrontación».
Santos, alfil de Uribe como ministro de Defensa entre 2006 y 2009, los años de los mayores golpes a las FARC, asumió la Presidencia en 2010 y consideró que el cambio en la correlación de fuerzas marcaba el tiempo propicio para una negociación de paz, inicialmente planteada para unos meses pero que por su complejidad acabo siendo de casi cuatro años.
Las FARC piensan diferente, que en este caso “no existen vencedores ni vencidos”, y, según “Timochenko”, si el Estado y sus Fuerzas Armadas “quieren pregonar que ganaron la guerra, allá ellos».
El acuerdo de 297 páginas que se firmará este lunes en Cartagena desactiva el conflicto armado con las FARC, pero queda por delante toda la tarea, bastante compleja, de aplicación de lo pactado para poder caminar hacia una paz efectiva.
Es pasar de lo que el profesor noruego Johan Galtung, especialista en paz y conflictos sociales, llama “paz negativa” a la “paz positiva”, teoría según la cual la primera es la ausencia de un conflicto violento, y la segunda, un estado en el cual se alcanza la justicia, la igualdad y la armonía social, algo que parece más distante para los colombianos.