José Báez Guerrero
Me cuenta Montoya que la ciencia estudia la posibilidad de que partículas a muchos años luz una de otra estén misteriosamente ligadas, en inglés “entangled” (embrolladas), unidas por un hado o fuerza hasta ahora indescifrable.
No hay pues que dudar que en dos puntos tan cercanos como Dajabón y Ounaminthe, onomatopéyica toponimia creole de Juana Méndez, la ocurrencia de un raro incidente fronterizo esté ligado a los avatares diplomáticos entre nuestra nación y el indócil territorio vecino.
Un veterano sargento estadounidense que intentó ir de RD a Haití fue zarandeado por oficiales dominicanos cuando rehusó mostrar su pasaporte, que alegó luego que olvidó en su carro.
El experimentado viajero ahora arguye que fue discriminado por negro o confundido con un haitiano y ya hay escándalo mediático.
¿Por qué ir a forzar sabiendo que hay tensión fronteriza y advertencia Nivel 4 del Departamento de Estado de no viajar a Haití? Ese es el embrollo, pequeño y cercano, pero de galáctica magnitud mediática, “coincidiendo” con una precoz canciller haitiana que intenta trazar pautas a los dominicanos sobre nuestras fronteras y espacio aéreo.
